Políticos a resguardo. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Querían que hablaran los narcotraficantes. Ya lo están haciendo. La carta en la que Ismael “El Mayo” Zambada narra la versión de su captura o secuestro, tendrá un impacto significativo en México, no tanto por las consecuencias legales, que no las habrá, sino porque visualiza la relación del poder político con los criminales.
“El Mayo” Zambada sostiene que le pusieron una trampa. Que los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán le pidieron mediar entre el gobernador Rubén Rocha y el diputado Héctor Cuén para disipar inconformidades sobre el futuro inmediato de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Reunión no hubo, o no de todos, el 25 de julio, pero “El Mayo” Zambada terminó en Estados Unidos y el legislador, que apenas rendiría protesta en septiembre, fue asesinado.
Cuén fue aliado del mandatario estatal, su partido, el PAS, respaldó a Morena en 2021 y trabajó en su gabinete como secretario de Salud, pero se pelearon y eso motivó que se volvieran adversarios en las pasadas elecciones. A Cuén, para colmo, le habían quitado la protección de elementos de la Guardia Nacional semanas antes de lo ocurrido. Inclusive lo denunció.
El gobernador de Sinaloa señala que ni siquiera se encontraba en Culiacán el día señalado, ya que decidió viajar, esa misma mañana, junto con su familia, a Los Ángeles, California.
El tema, sin embargo, no se encuentra solamente en quiénes estuvieron en la propiedad donde “El Mayo” fue privado de su libertad, sino que, a este líder del Cártel de Sinaloa, que solía ser muy cuidadoso, no le haya llamado la atención el motivo de la cita. Se le hizo normal, porque quizá es normal, o lo era, que fungiera como una especie de juez en los pleitos naturales en las administraciones públicas.
Por lo demás, “El Mayo” Zambada se hizo acompañar, al hipotético encuentro entre políticos, de un comandante de la Policía Judicial del estado, José Rosario Heras, el que se encuentra desaparecido.
A quien también engañaron, de acuerdo con la versión del narcotraficante, es a Cuén, ya que inclusive se saludaron a la entrada de Huertos del Pedregal.
Por lo pronto se sabe que a la cita acudieron el propio “Mayo” Zambada, el finado diputado y Joaquín Guzmán López, quien terminó por entregarse a las autoridades de Estados Unidos.
Es un asunto escabroso, por supuesto, porque hay muertos y desaparecidos, pero que además impacta en un gobierno que se dice “ajeno a las componendas”.
El narcotráfico ronda al gobierno de Sinaloa. Los bandidos fueron aliados, al menos oficiosos, en las elecciones del 2021 y eso se documentó debido al secuestro que se hizo de operadores del PRI el día de la jornada electoral.
Como suele ocurrir, no se hizo nada al respecto, entre otras cosas porque no hubo abogados que se atrevieran a llevar el asunto.
Por otro lado, hay que ser siempre cautelosos con lo que los criminales afirman y más cuando se encuentran tras las rejas, pero tampoco se puede echar en saco roto lo que se desprende de sus dichos.
Desde que “El Mayo” Zambada fue puesto en manos de las autoridades de Estados Unidos se abrió una compuerta de la que pueden salir muchas historias sombrías y que seguramente serán utilizadas en los diversos juicios que allá se llevan a cabo, pero sobre todo en las narrativas que suele imponer la DEA.
Es el costo, si se quiere colateral, de no hacer el trabajo en México. “El Mayo” tenía que ser detenido. No era prioridad del actual gobierno, porque su enfoque es que primero van a resolver las desigualdades sociales, pero mientras eso ocurre, ya los propios hijos de “El Chapo” Guzmán hicieron la tarea, pero al entregarlo a autoridades del país vecino, inauguraron una época de incertidumbre en la que más de un político tendrá que ponerse a resguardo.
@emeequis