CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS. Vivimos con certezas absurdas, como las que el ataque los sicarios contra la prensa nunca llegaría a la Ciudad de México y menos en contra de quien encabeza uno de los espacios informativos de mayor relieve: Ciro Gómez Leyva.
Pero trataron de matar a Ciro y esto cambia muchas cosas. Hay que ajustar parámetros de análisis, atender la enorme gravedad del caso e insistir, exigir que los responsables sean llevados ante un juez para que reciban el castigo por lo que hicieron.
Hay que condenar el hecho con fuerza, porque aciertan quienes señalan que el atentado es contra toda la prensa. Sí, el hecho mismo es una de las más brutales evidencias de que hay bandas criminales, más allá de su adscripción y motivos, que quisieran que los periodistas callaran.
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¿Quiénes tuvieron la osadía criminal de dar una orden así? No lo sabemos, varias deben ser las líneas de investigación de las autoridades en este momento, pero de lo que sí tenemos una idea bastante clara es de dos asuntos, la impunidad criminal que azota al país y el entorno de hostilidad contra el periodismo.
La Federación Internacional de Periodistas señaló que México es uno de los países que mayor riego entraña para ejercer el oficio. Tan solo en 2022, 11 trabajadores de los medios de información murieron en hechos violentos, cifra que solo se compara con lugares que están en guerra.
Hay un ambiente corrosivo, de hostilidad permanente contra los periodistas alentada desde el propio poder, que en nada ayuda, que abre la puerta a situaciones inauditas. Se tienen que volver al camino de la responsabilidad. Es más, el propio gobierno debiera ser el más interesado en que estas espirales de violencia sean contenidas.
La mecánica del ataque contra Ciro es inquietante. Lo siguieron desde que salió de los estudios de Imagen en avenida Universidad hasta la colonia Florida. Dos sicarios en motocicleta y otros, un par, al menos, en una camioneta que sirvió como escudo. Balazos directos y agrupados, para que cediera el blindaje.
Por fortuna, la camioneta en que viajaba Ciro resistió los impactos y el periodista salvó la vida.
Hace años, en un tiempo más que angustioso para Colombia, porque las puertas del mismo infierno estaban por abrirse, aunque por momentos pareciera que la descomposición no podía ser peor, dos sicarios en motocicleta se acercaron al auto que viajaba Guillermo Cano y le dispararon. Era diciembre y el director de El Espectador de Medellín ya estaba en la relajación y la vorágine de las fiestas navideñas. Pronto se supo que los perpetradores del asesinato habían recibido la orden de Pablo Escobar Gaviria, ya en ese momento dispuesto a incendiar todo el país y lo hizo.
En México se mata porque se puede, esa es la cruda realidad. Estamos contando muertos desde hace décadas, sin advertir de las consecuencias mismas que esto iba a generar con el paso del tiempo.
En el caso del periodismo, las alertas han estado presentes, sobre todo en las regiones del país donde hay un alto control criminal.
Hay lugares en que proporcionar información a la sociedad es ya imposible, porque quien lo haga se juega la vida en ello.
Es difícil describir las líneas del espanto. Ciro lo hizo con profesionalismo en su propio espacio en Radio Fórmula. Sabe de la dimensión de lo ocurrido.
Para quienes somos sus oyentes cotidianos y que por añadidura lo apreciamos porque lo conocemos, el solo anuncio del ataque es un shock de proporciones mayores.
Trabajé con Ciro por varios años en Milenio y si algo me consta es su mesura y cuidado ante las historias que tienen que ver con nuestro propio medio. Es de la escuela de los que rehúyen el protagonismo del reportero, para dar paso a las voces de quienes nutren las notas, las crónicas y los reportajes.
Pero ahora, y por desgracias, él es un personaje central, porque es una víctima de uno de los ataques al periodismo más escalofriantes en décadas.
Pero Ciro está ileso y eso hay que atesorarlo, es la mejor noticia en una cronología de malas noticias. Es tiempo de establecer con claridad lo que nos une como sociedad, describir con puntualidad lo que queremos preservar y ahí las libertades tienen un papel central, donde el ejercicio del periodismo es fundamental.
@jandradej
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