No se ven buenos augurios en los intentos de pacificar Guerrero por parte de los obispos. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– El obispo de Chilpancingo, José de Jesús González, lo dice ya sin tapujos, están trabajando con el objetivo de que los grupos criminales en Guerrero logren un acuerdo que establezca condiciones de tranquilidad en la región.
En esta lógica, no están pidiendo que los bandidos dejen las armas, los negocios sucios y entre ellos la extorsión y se sujeten a la ley, sino que se construya un escenario que evite la muerte de personas inocentes.
Es un acto desesperado, por supuesto, pero que entre otras cosas revela el fracaso institucional y el abandono en que se encuentra la sociedad.
Es una narrativa que sabe a derrota, a resignación ante quienes son el verdadero poder en Guerrero, pero al mismo tiempo es un asunto pragmático, porque los obispos ya no esperan nada del actual gobierno.
El obispo González se reunió con diversos líderes y trató de que establecieran una tregua, pero se complicó porque las bandas criminales no están dispuestas a repartir territorios y en respetar los negocios de sus adversarios.
“ME PARECE INCREÍBLE QUE EL PRESIDENTE DIGA QUE ESTÁ DE ACUERDO”
Es decir, en el mejor de los casos, lo que puede conseguir la Iglesia es la “pax” narca. Entre la Familia Michoacana, Los Ardillos y Los Tlacos hay disputas que además están marcadas por la sangre, que es el costo más inmediato y evidente de su guerra.
“No los sueltan, les ha costado vidas, les ha costado trabajo, les han costado dicen que ganárselos. Hoy tenemos que buscar otras maneras de ofrecer esta mediación”, expresó el obispo luego de una misa en la catedral de Chilpancingo.
Pues sí, el crimen organizado considera que hay regiones enteras que les pertenecen, porque tienen cooptadas o compradas a las autoridades y la sociedad está aterrorizada.
“Los obispos de Guerrero hemos buscado el diálogo con los jefes que nos podrían traer paz, pero se mueven intereses en las cabecitas de cada uno y no se logró, pero no nos vamos a detener en el establecimiento de estos diálogos”, lamentó González.
Las revelaciones de los obispos deben tomarse como un mal augurio. Ellos tienen mucha información y palpan lo que está pensando y sintiendo su feligresía.
Cuando no existe policía, en las situaciones en que no hay ante quién acudir para denunciar un delito, es donde el crimen avanza como la humedad, porque entre otras cosas, ellos sí tienen la capacidad de arreglar los entuertos.
¿Qué hacer? Más que concentrarse en los grados de riesgo que hay en la propuesta de los obispos, que no puede terminar bien, lo que no se debe perder de vista es la irresponsabilidad de los gobiernos municipales, estatales y federal. Ellos son, con su enorme negligencia, y en algunos casos con su colusión, quienes rindieron la plaza.
Hace 40 años, los obispos de la Región Pacífico-Sur, entre los que se encontraban Samuel Ruiz García, Arturo Lona y Bartolomé Carrasco, dieron a conocer un informe “Narcotráfico, preocupación pastoral”, que resultó premonitorio.
“Tenemos el temor, no infundado, de que en México llegue a suceder lo que en otros países hermanos, donde las redes de narcotraficantes han llegado a tener influencia política decisiva”.
Y añadían que “existe complicidad directa o indirecta de los altos funcionarios públicos a nivel estatal y federal”.
El llamado de los obispos fue tomado con ligereza por los diversos actores públicos, pero un año después, en 1985, la muerte del agente de la DEA, Enrique “Kike” Camarena, hizo estallar uno de los conflictos más grandes entre los gobiernos de México y Estados Unidos y evidenció el avance que habían tenido los traficantes de drogas.
Ahora, con los obispos de Guerrero no hay que estar de acuerdo, porque esa no es la vía para arreglar la situación y construir paz, pero se tiene que escuchar su reclamo profundo, todo lo que este puede implicar para el futuro del país, si las autoridades continúan en un binomio de negación y complicidad, al menos por omisión, con los maleantes.
Como señaló el diputado Rubén Moreira, “con el diablo no se platica ni se pacta”, y los políticos y entre ellos los que gobiernan tienen que hacerse cargo de su misión: combatir al crimen.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
Laura Haro, la candidata del PRI, PAN y PRD para el gobierno de Jalisco, ya se apuntó una medalla: en la Cámara de Diputados se aprobó que el 24 de julio sea el Día Nacional del Tequila. Todo un tema.
@jandradej