CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La declaración de culpabilidad de Genaro García Luna tendrá consecuencias diversas, algunas de ellas de alto alcance y otras de profundidad. Es un golpe a una forma de entender el trabajo policial y la seguridad pública y la nacional.
El jefe policiaco caído en desgracia formó a generaciones y generaciones de agentes, muchos de ellos aún en activo y con posiciones de mando e importancia. Por lo pronto, es como un balde de agua helada para quienes han dedicado su vida a la protección de la ciudadanía.
En el ámbito político se abrirá un momento comprometedor para el expresidente Felipe Calderón, es inevitable que así ocurra y además se alentará que tenga un alto costo. García Luna, después de todo, era uno de sus funcionarios clave, aunque no el único, por supuesto. Esto no tendrá consecuencia jurídica alguna, pero los daños serán en otro ámbito.
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El presidente López Obrador se regodeará con el veredicto y lo aprovechará, como sabe hacerlo, y más aún en un contexto en el que hay disputas políticas en curso. Le sirve, y mucho, para abonar en la condena del pasado.
Los 12 jurados llegaron a la conclusión unánime de que el ex secretario de Seguridad Pública de México trabajó para el cártel de Sinaloa y en particular para Arturo Beltrán Leyva y para Ismael “El Mayo” Zambada.
Es un veredicto que abrirá una compuerta para acusaciones posteriores, porque la fiscalía se basó en declaraciones testimoniales, sin el acompañamiento de otro tipo de pruebas. Bastó la comparecencia de criminales de alto perfil, y ello le puede servir a las agencias de seguridad en Estados Unidos en el futuro.
Su sistema legal permite que puedan operar de esa manera.
La sentencia se dictará el 27 de junio, pero seguramente le significará al exjefe policiaco el pasar muchos años en prisión, aunque siempre queda la posibilidad de que empiece a colaborar con las autoridades y así obtener algún beneficio, como lo hicieron, por cierto, quienes declararon en su contra.
Es poco probable que García Luna cambie la narrativa establecida en su defensa y seguramente apelará en su momento, pero en los hechos, sufrió una derrota de la que no hay retorno.
A la luz de lo ocurrido, vale la pena reflexionar sobre los diversos papeles que jugó quien fue uno de los jefes policiacos más poderosos en la historia del país.
Hace algunos años, cuando García Luna fungía como director la Agencia Federal de Investigación (AFI), tuve una larga conversación en sus oficinas. El tema de aquella charla era para que diera detalles de cómo había logrado frustrar un secuestro.
El suceso no tenía desperdicio, porque estaban involucrados empresarios, chantajes y ventas de acciones en la Bolsa de Valores. Ahora no viene mucho al caso la narración de aquella historia, pero sí la constatación de que en la corporación que había sustituido a la Policía Judicial Federal había niveles de profesionalización que no se habían visto.
También me contó, como referencia, el aseguramiento de varios millones de dólares en una pequeña choza en la sierra de Guerrero. El dinero era producto de un plagio realizado por un grupo guerrillero, el EPR. García Luna estaba admirado de que el custodio no había tocado un solo billete, a pesar de que vivía en la más absoluta miseria. Parecía sorprendido, el director de la AFI, en las líneas difusas que genera la actividad delictiva, cuando hay causas sociales que la explican.
La PGR resultó bastante eficiente en el combate al secuestro por aquellos días. Los resultados están ahí.
García Luna, después de todo, desplegó una estrategia de combate a la criminalidad que estaba respaldada por análisis y sujeta a evaluaciones permanentes.
Solía decir que había que enfrentar a los delincuentes desde los primeros momentos, para evitar que escalaran en una pirámide que terminaría por convertirlos en sicarios.
Sus años de secretario de Seguridad lo fueron de un combate permanente contra el crimen organizado. La Policía Federal tuvo un rendimiento adecuado, que se consolidó en años posteriores, hasta que fue desmantelada al inicio de la actual administración, para dar paso a la Guardia Nacional.
Esto me lleva a lo siguiente: ¿podían cohabitar el policía comprometido y el colaborador del narcotráfico en la misma persona?
El jurado de la Corte de Brooklyn resolvió el dilema declarándolo culpable.
@emeequis
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