La descalificación cotidiana en las 1,438 conferencias. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Las conferencias mañaneras fueron un espacio tóxico para la vida pública. Desde ellas se amedrentó de modo cotidiano a los críticos, se violaron datos personales, se revelaron informaciones fiscales y se mintió con franca regularidad.
Se aceitaron mecanismos de propaganda y se utilizó a una cofradía de payasos para mantener el quórum y las preguntas ad hoc cuando se requirieran.
En “Mecanismos de la posverdad” Jacqueline Fowks escribió: “es importante notar que quienes hoy difunden mensajes masivos noticiosos o de tipo noticioso, sin ser periodistas, suelen tener relación con poderes fácticos o trabajan como herramientas de operadores políticos o empresariales. No son necesariamente llaneros solitarios u outsiders de la información”.
En efecto, esa suerte de corte de los milagros resultó embarnecida y alimentada por una estrategia para la descalificación.
En marzo de 2020, me preguntaba en una colaboración para la revista Etcétera: “¿se imaginan insultos y golpes entre los reporteros que cubren la Casa Blanca? ¿Sería posible que un asistente a las conferencias del presidente de Francia desee la muerte, por disparos, para una reportera? ¿Los que cubren las actividades del palacio de La Moneda tienen que estar pendientes de no ser difamados en las redes sociales? ¿Los que siguen periodísticamente las actividades del presidente argentino le preguntan por su salud y le ofrecen remedios caseros?”.
La respuesta es obvia, para el mudo entero, pero no para lo que ocurrió en las mil 438 conferencias, la mayoría de ellas, en el Salón Tesorería.
Como nunca en la historia, el presidente de la República utilizó su poder de manera indebida, y desde Palacio Nacional arremetió contra ciudadanos en una pelea más que desigual.
En septiembre de 2020, un amplio grupo de intelectuales le exigió al presidente de la República que parara los ataques.
“La libertad de expresión está bajo asedio en México. Con ello, está amenazada la democracia, el presidente López Obrador utiliza un discurso permanente de estigmatización y de difamación contra lo que él llama sus adversarios. Al hacerlo, agravia a la sociedad y degrada el lenguaje público.”
Por supuesto que no se detuvo, más bien profundizó esas prácticas y las elevó en el periodo de campañas electorales, a sabiendas de que lo protegerían en el INE y en el TEPJF.
Le llaman diálogo circular a lo que es ataque unilateral, poco tolerante y evasivo ante crítica.
Quien lo dude, acuda a los alegatos de Xóchitl Gálvez, a quien un juez y luego un tribunal protegieron contra las injurias y ordenaron que se le concediera el derecho de réplica, algo que nunca ocurrió, en uno de los tantos desacatos a lo que marca la ley.
Alguna vez Marco Rascón señaló que López Obrador terminaría por cosechar la oscuridad que sembró a lo largo de los años.
Así será, pero esto se expresa en la profunda división que ahora prevalece en México, en la discordia y en la descalificación que se puede constatar en las redes sociales.
Se utilizó el poder para dividir, de modo deliberado, lo que también es una novedad, porque otros mandatarios, buenos, regulares o malos, se empeñaron en no confrontar a la sociedad.
Uno de los clientes frecuentes de los ataques presidenciales fueron los periodistas. Se acusó de corrupción a medios de comunicación sin presentar pruebas y se descalificó a quienes hacían preguntas incisivas.
López Obrador intentó romper la barrera, la mediación, que significa el periodismo entre el poder y la sociedad. No lo logró, sobre todo por las buenas y buenos periodistas, quienes de modo valiente y comprometido hicieron su trabajo, día a día.
Vienen mañaneras con otro esquema, ojalá, pero ya veremos.
EN OTROS ASUNTOS
Margarita González Saravia, la gobernadora de Morelos quiere marcar su estilo desde el arranque. Por ello, al rendir protesta, señaló que promoverá la equidad de género en todos los ámbitos de la vida privada y pública. Sabe de la importancia y urgencia de crear oportunidades para todas las mujeres morelenses.
@jandradej