Las estrategias de García Luna. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Genaro García Luna debe saber, a estas alturas, que su defensa no solo puede estar sustentada en lo jurídico, sino que además requiere de un espacio en lo público.
Próximamente será sentenciado y todo indica que la pena que le aplicarán será dura. Aunque todavía le queda la posibilidad de la apelación, pasará muchos años tras las rejas.
En esto no hay casualidades y decidió dar a conocer un escrito en el que hace apreciaciones comprometedoras y acusa al gobierno de México de tener complicidades con el crimen organizado. No da ni una prueba, pero dice que las hay, y que algunas son públicas.
Como en el póker, no sabemos si está blofeando o si en realidad cuenta con información de calidad que pueda hacer alguna diferencia con lo que ya se conoce.
En una larga conversación con Guadalupe Correa y Tony Payán en “Las cinco vidas de Genaro García Luna (Colmex, 2020), el ahora recluso en Nueva York dijo que en su paso “por los servicios de inteligencia aprendí que es necesario leer bien el pasado y saber leer el presente, para pronosticar lo que va a pasar en el futuro”.
¿Estará aplicando esta fórmula? ¿Cree que la llegada de un nuevo gobierno en Estados Unidos le puede ser de utilidad? ¿Es un guiño a las agencias de seguridad? Tiene amigos, y no pocos, en ellas, como el exdirector del servicio nacional clandestino de la CIA.
Si en realidad cuenta con algo valioso, tarde o temprano lo sabremos, porque, además, así juegan al norte del Río Bravo.
Pero en el fondo, García Luna está aplicando la misma dosis de insidia que le suelen propinar a él con frecuencia. Hasta en el expediente de Luis Donaldo Colosio lo quieren involucrar, con el argumento de formaba parte del CISEN en aquellos años y que fue a rescatar a uno de sus colegas, al que ahora están tratando de encarcelar, acusándolo de ser el segundo tirador aquella tarde en Lomas Taurinas, Tijuana.
Es curioso, o revelador, que a lo largo de los años nunca haya surgido su nombre en las diligencias de aquel homicidio y que ahora, por arte de magia, lo hayan descubierto.
Más aún cuando García Luna en realidad estaba adscrito al grupo antiterrorista, en el que implementó el uso de teoría de redes para darle seguimiento al EZLN y luego se especializó en las áreas de robo a camiones de carga, armas de fuego y secuestros.
García Luna nunca fue muy dicharachero, solía cuidar lo que decía cuando fungía como secretario de Seguridad Pública, aunque siempre supo aprovechar las posibilidades del marketing, haciendo presentaciones de las capacidades de la AFI en materia de secuestros y posteriormente con la propia Policía Federal.
Incidía en los temas en los que tenía interés y aprovechaba, para ello, las relaciones que construyó, en términos profesionales, con editores y periodistas.
Todo ello muy lejano de la pantomima que suelen montar sobre un supuesto control sobre los medios de comunicación que en realidad no había. Es más, con frecuencia se las tenía que ver negras con los que se reportaba, porque no siempre coincidía con sus propias apreciaciones.
Pero algo quedará de la irrupción epistolar de García Luna en lo que ya es el epílogo del gobierno de López Obrador.
Quizá solo tanteó el terreno para poder analizar lo que vendrá después y si ello repercutirá en su propia situación.
Lo que no hay que perder de vista es que una parte de la agenda en México estará sujeta a lo que ocurra en las cortes en Estados Unidos, y ahora más que nunca, ya que tres exponentes de aquella época de policías y ladrones, el propio García Luna, “El Chapo” Guzmán y “El Mayo” Zambada, desahogan agravios y buscan beneficios.
@jandradej