CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS. En junio encontraron 45 bolsas con restos humanos en Zapopan, Jalisco. Es lo que quedó de siete jóvenes que habían sido reclutados para trabajar en un call center y lo que encontraron fue la muerte.
Itzel, Carlos, Arturo, Benjamín, Jorge, Mayra, Jesús y Juan. Vidas
rotas, familias destrozadas y amistades horrorizadas.
Dos meses después, el 11 de agosto, durante las Fiestas en Lagos de Moreno, desparecieron Dante, Diego, Jaime, Roberto y Uriel. En esta ocasión la sociedad está movilizada y exige que los encuentren con vida.
Las autoridades encontraron un auto calcinado y restos hemáticos en una vivienda que ya fue asegurada, pero no hay nada firme hasta el momento.
Una fotografía en la que los jóvenes se encuentran amordazados y golpeados dan cuenta de se toparon con criminales que ya no tienen ningún escrúpulo y que no conocen de límite.
Pero hay más, un video en el que se aprecia que los obligaron a golpearse entre ellos. Los perpetradores querían mandar un mensaje y perturbador. Las hipótesis son múltiples, pero todas ellas se tienen que acomodar en la evidencia de que el tejido social se rompió hace ya tiempo, que las autoridades son incompetentes y que la sociedad se encuentra a merced de los lobos.
¿Qué hacer? Lo urgente es poner atención en las víctimas, cobijarlas, recordar que no son números, son personas, con anhelos, historias y sueños.
La indignación que se siente por lo ocurrido tiene que ver con ello, con las imágenes que ilustran el enorme desamparo de los muchachos que fueron a divertirse a una feria y cruzaron la puerta misma del infierno.
Se dirá que es consecuencia de la disputa territorial de los maleantes. Un grupo contra otro reventando vidas para asegurar rutas de trasiego de drogas y personas, cobros ilegales y extorsión. El reino de los mercados ilegales.
Y claro que lo es, pero menudo consuelo, cuando lo que ya dilata la paciencia es la inoperancia de las fuerzas de seguridad, las que también recorren un calvario lleno de obstáculos y desconfianza.
Son casi cinco años de destrucción institucional, del insólito error de terminar con la Policía Federal, despreciando la experiencia de oficiales y tirando a la basura el acervo y las capacidades de inteligencia.
Porque el conocimiento, la oportunidad de analizar y prever la evolución criminal habría sido de mucha utilidad. No nos engañemos, Lagos de Moreno muestra el peor de los rostros, pero acaso es una postal del futuro.
Sería interesante conocer si se están haciendo los estudios adecuados sobre los bandidos y aprovechando las distintas disciplinas policiales y académicas. Lo dudo, porque el desprecio por el conocimiento es evidente y por ello se cree que el voluntarismo es el que cambiará las cosas y atajará los riegos.
Quizá en lo único que se detienen, las autoridades de los distintos niveles, es en el pretexto del fuero, en la búsqueda de coartadas para zafarse de la responsabilidad en lugar de encontrar los respaldos para la acción.
Ahí está un nudo que obstruye las vías por las que se podría encontrar alguna solución, aunque fuera tan solo la de impedir que el deterioro se profundice.
El conteo macabro de la violencia debe ser una referencia, por supuesto, mal haríamos en no exigir datos confiables y precisos. Lo que no se mide, no se diagnostica ni repara.
Pero la clave pasa, no hay remedio, por el combate a los delincuentes. La barbaridad que cometieron en Lagos de Moreno solo fue posible porque se consideran impunes, porque apuestan, con la probabilidad a su favor, de que en el fondo no le sucederá nada.
Quizá en esta ocasión se equivoquen, porque los ciudadanos están diciendo ya basta, pero la locura en la que nos encontramos emergió de negligencias que también tendrían que ser sancionadas.
Lagos de Moreno es el epicentro de las desapariciones ya que han ocurrido 500 de las 14 mil en todo Jalisco.
Pedro Moreno, quien le da nombre al lugar, fue un destacado independentista que acompañó a Xavier Mina. En Lagos hay una estatua, en el jardín principal, que lo que recuerda. Es un sitio fresco y apacible, cobijado por los árboles.
Moreno murió en combate, pero su cabeza fue colgada en una estaca, para lucirla en Guanajuato, como ejemplo de lo que le pasaría a los que buscaran libertad. Toda una paradoja.
@jandradej
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