Abundan candidatos y candidatas con mejores calificaciones que Rosario Piedra. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Rosario Piedra Ibarra fue la peor evaluada entre los aspirantes a la CNDH. Por criterios políticos, así lo confesó el senador Javier Corral, se le incluyó en la terna de finalistas, la que se integra, a su vez, con Nashieli Ramírez y Paulina Hernández Diz.
Antes que la actual ombudsperson, quedaron fuera Tania Ramírez, Karla Obregón, Carlos Pérez Vázquez y Jesús González Schmal.
Todos son, sin excepción, mejor calificados y seguramente harían un papel decoroso, y hasta destacado, en la institución protectora de los Derechos Humanos.
Pero se elegirá de la terna ya aprobada. Piedra Ibarra cuenta con el respaldo de los sectores más radicales de Morena, y en Palacio Nacional la ven como “un símbolo”, sobre todo porque es hija de Rosario Ibarra, ella sí, un personaje trascendental en la búsqueda de los desaparecidos políticos.
La presidenta Claudia Sheinbaum también ha dicho, y el matiz puede ser definitorio, que el nombramiento es una cuestión que atañe al Senado.
Si los senadores en realidad votan en libertad, es decir, sin línea específica, Piedra Ibarra no será reelecta como titular de la CNDH. Esto es así, porque desde que se realizaron los análisis técnicos y las comparecencias, resultó reprobada en aspectos como los de garantía del trabajo con la sociedad civil, respuestas con razonamiento crítico, compromiso, experiencia y conocimiento de los Derechos Humanos, autonomía e independencia política, apertura ideológica e integridad pública.
Pero si esto no fuera suficiente para descartarla, en la recta final del proceso, y ya fuera del plazo respectivo, en el equipo de Piedra Ibarra tuvieron la osadía de incluir una carta de respaldo del obispo de Saltillo, José Raúl Vera.
Era, en apariencia, una suma importante, porque el sacerdote está comprometido con las causas sociales y es un convencido de la defensa de las víctimas de arbitrariedades.
Pero la carta resultó falsa. Vera se deslindó y dejó muy claro que no escribió la misiva y que no se suma a quienes creen que continuar con la destrucción de la CNDH sea una idea razonable.
Un fraude más, como el que llevó a Piedra Ibarra a ser designada en el pasado, incumpliendo el requisito de no ser dirigente de partido y ella lo fue en Morena y en la propia votación en el Senado, donde se trucaron las cuentas para que se diera paso a promoción.
Está en manos de Morena el futuro de la CNDH, pero debería llamarles la atención el rechazo de los opositores a Piedra Ibarra.
La disyuntiva está en el grado de legitimidad que quieran otorgarle a quien será ombudsperson del 16 de noviembre de 2024 al 15 de noviembre de 2029.
Inclusive en el enrarecido ambiente político que ahora impera, se podría generar un acuerdo, ya en la votación misma, que al menos rescate a uno de los pocos organismos autónomos que puede sobrevivir en la actualidad.
Pero claro, sería ingenuo no advertir las señales que hay en contrario y no recordar que la CNDH sobrevivió a la espiral destructiva porque se convirtió en un instrumento de respaldo al presidente López Obrador.
Es más, la CNDH se trasformó, degradándose, en un ariete de presiones para las disidencias y en cómplice de atrocidades como la política migratoria. Nunca se expresó empatía con las víctimas de la violencia e imperó el prejuicio ideológico.
La pregunta clave es si quienes ahora tienen la mayoría política están comprometidos con los derechos humanos, o en realidad los ven como un estorbo si no se acoplan a criterios políticos.
Hasta ahora imperó la segunda premisa, que es la única explicación para que se tolerara el desatino de haber designado a Piedra Ibarra y, sobre todo, de mantenerla en el cargo a pesar de que no estaba preparada para ejercerlo.
Tienen los senadores de dónde elegir, y ahí está Nashieli Ramírez, ombudsperson de la Ciudad de México, ajenas a grillas e independiente en sus determinaciones.
@jandradej