La disyuntiva que enfrenta el país no admite matices. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Jorge Álvarez Máynez no declinará en favor de Xóchitl Gálvez. Sería un gesto de alta política, pero eso no ocurrirá.
En Movimiento Ciudadano están convencidos de que construir una tercera opción es la vía correcta para enfrentar los problemas que aquejan al país.
En sus filas hay políticos de prestigio como Patricia Mercado y Salomón Chertorivski, quienes tienen una trayectoria ejemplar en el servicio público.
El candidato a la jefatura de Gobierno y la senadora son convencidos del Estado de derecho y de la vigencia de las libertades.
Otros personajes, como el gobernador de Nuevo León, Samuel García, son el producto de la degradación de la representación ciudadana, y además no cuentan con una formación política y por ello les tiene sin cuidado los nubarrones autoritarios que se anuncian en el horizonte.
Álvarez Máynez es una suerte de enigma. Su compromiso con causas progresistas es genuino y su papel de legislador así lo muestra, pero también viene representando un papel de ataque contra Gálvez y utilitario para Morena.
La disyuntiva que enfrenta el país no admite matices. Lo que está en juego 1 de junio es nada menos que el sistema democrático.
Hay dos opciones, continuar con el fortalecimiento y mejora de la democracia o proceder al desmantelamiento institucional.
Es absurdo, o peligrosamente ingenuo, el no tener en cuenta que la destrucción se profundizará si gana Morena y ello está expresado en iniciativas de ley que tienen el objetivo de subordinar al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) al poder político.
La coalición que respalda a Gálvez está conformada por partidos, corrientes y grupos que no siempre comparten diagnósticos y que inclusive han sido adversarios en el pasado, pero hay que reconocerles que se han centrado en lo que los une.
Alejandro Moreno, el presidente del PRI, hizo una propuesta inusitada pero generosa: hacerse a un lado de la dirigencia de su partido y renunciar a su candidatura al Senado de la República, si ello contribuye a lograr un acuerdo con Álvarez Máynez y MC.
En esa lógica hay que inscribir también lo señalado por Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey con licencia, quien sugiere que el candidato o candidata que vaya en tercer lugar, en las predicciones de las encuestas, se sume a la campaña del segundo, para así lograr un mejor desempeño en las urnas.
Colosio Rojas es una voz sensata y mesurada dentro del ruido, por momento subido en decibeles y hasta ensordecedor, que impera en las contiendas por el poder político.
Hasta ahora, Álvarez Máynez ha contestado con payasadas, lo que indica que la idea de un gran compromiso no transitará y, por lo demás, el tiempo apremia para que tenga una utilidad que vaya más allá de lo simbólico.
Como en 1988, cuando Heberto Castillo, entonces aspirante a la presidencia por el PMS, declinó en favor de Cuauhtémoc Cárdenas era también un momento de definiciones.
Castillo pudo argumentar, y más de un personaje relevante se lo pedía, que mantendría el mandato de quienes lo habían elegido candidato en las primeras elecciones preliminares y abiertas a la ciudadanía, en las que contendió con Eraclio Zepeda, Antonio Becerra Gaytán y José Hernández Delgadillo.
En aquel año lo que estaba en el tablero era la oportunidad de pelear realmente con el PRI en los distritos electorales y de abrir el espacio a la construcción de una fuerza progresista con posibilidades de triunfo.
La declinación de Castillo contribuyó, precisamente, a toda una serie de reformas que, a lo largo del tiempo, conformaron un sistema de partidos con competencia, un INE profesional, elecciones periódicas donde los votos se cuentan y cuentan, que ha permitido tres alternancias en la titularidad del Poder Ejecutivo y un Tribunal Electoral en el que se dirimen las diferencias, se pacifica la disputa por el poder político y se califica la contienda en términos democráticos.
Ahí están los elementos sobre lo que se decidirá en unas semanas. Lo sabe Álvarez Máynez y, por desgracia, quizá en ello radica su reticencia.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
Quien se lució en el debate ciudadano en Monterrey fue el abanderado de Morena, Mauricio Cantú, que en un arrebato de sinceridad reconoció que “en Morena sí hay corrupción”.
Lo van a regañar, por aquello de que en la 4T no roban, aunque no puedan reprocharle en que, en efecto, no dice mentiras.
@jandradej