Lo sucedido recientemente en la Corte tiene parangón con Dionisio y Damocles. Análisis de Ernesto Guerra.
ÚLTIMA LEGISLATIVA
EMEEQUIS.– El poder es fugaz, muy volátil y más cuando se conduce con arrogancia, soberbia desmedida, puede llevar a su caída estrepitosa, los poderosos deben conocer que su posición no es eterna, ni menos exenta de riesgos, que si dejan de actuar con mesura, prudencia, humildad, responsabilidad, el derrumbamiento es punzante, pero indispensable, la amenaza inquebrantable sobre los poderosos es la espada de Damocles.
El ministro Alberto Pérez Dayán se convirtió en la espada de Damocles con su decisión de votar contra un proyecto que buscaba rescatar a un Poder Judicial socavado desde la más alta tribuna del poder público y político. Pérez Dayán, optó ser el joven cortesano que aprovechó la oportunidad para hundir su hierro en la Corte, para enterrar en el olvido la primera lección de su oficio: ser el guardián de la Constitución.
Lo sucedido recientemente en la Corte tiene parangón con Dionisio y Damocles. El primero, que ostentaba los privilegios de ser la élite dorada encargada de procurar la impartición de justicia, es decir la Corte y el PJF, el segundo, ese joven nacido, hecho académica y profesionalmente en esa tradición jurista, forjado como un verdadero juzgador federal pero que no resistió la tentación de ver la espada que pendía de un hilo muy delgado sobre su cabeza, decidiendo arrodillarse a la presión del poder político, soterrando principios, valores, todo.
La inestabilidad del poder, la intimidación constante para aquellos que lo ostentan como la Corte, se hicieron patente en los riegos, los peligros que por decisiones erróneas de muchos años, más los enemigos visibles como los otros dos Poderes de la República, permitieron que Pérez Dayán diera el voto decisorio para convalidar una reforma constitucional mortal para la división de poderes, para el Estado de derecho y para la democracia constitucional misma, enmarcada en una Carta Federal al servicio ya, del poder revisor y de una persona.
Si, de ahora en adelante con una Corte a modo, todo depende de las determinaciones del Poder Legislativo como órgano revisor de la Constitución y de una persona como titular del Poder Ejecutivo. Ya no habrá contrapesos a las decisiones que se tomen en la esfera pública, en la judicial aun cuando haya violaciones a los derechos humanos del pueblo.
Con la espada de Damocles en la Suprema Corte postrada, se ha dado un golpe letal para miles de carreras de juzgadores federales, comienza una larga curva de aprendizaje con un retroceso de al menos treinta años para la justicia en el país. Viene en puerta una elección judicial inédita pero a modo, básicamente a la luz visible de la estructura del partido único dominante oficial, que significará jueces partidistas a fines al poder en turno, por cierto, una elección de personas juzgadoras que será organizada por la autoridad administrativa nacional, también cercana a ellos y que le costará al erario público la friolera cantidad de 13 mil 205 millones de pesos.
La espada de Damocles en la Corte vino de la persona que menos se esperaba, del hombre de principios constitucionales inquebrantables pero que decidió hundir su acero en la Constitución Política a cambio de salvar su cabeza. Nos leemos en la siguiente.
@ErnestoGuerra_