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Garza Sada, los años de furia

Libros de texto: decir que el crimen contra Eugenio Garza Sada se trató de una suerte de “retención”, es mentir, y en nada ayuda a la necesidad de clarificar el pasado violento y la Guerra Sucia.

Por Emequis
8 / 10 / 23
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CONFIDENTE EMEEQUIS

EMEEQUIS.– La historia es un material sensible y se vuelve radiactivo cuando se tergiversa. Es lo que está ocurriendo con el capítulo relativo a los movimientos guerrilleros que aparece en la Guía del Maestro de sexto año que está distribuyendo la SEP.  

La muerte de Eugenio Garza Sada es un episodio controvertido, pero hay hechos que no pueden ni deben soslayarse: al empresario regiomontano lo asesinaron en lo que fue un intento de secuestro perpetrado por la Liga 23 de Septiembre.

La brutalidad del suceso es evidente y es imposible encontrar justificaciones, porque no las hay. 

Decir que se trató de una suerte de “retención” es mentir y en nada ayuda a la necesidad de clarificar el pasado violento y la guerra sucia que se perpetró en los años setenta por agentes del estado y en particular por la Dirección Federal de Seguridad y la Brigada Blanca. 

Para la Liga 23 de Septiembre resultó un desastre, que luego se iría ilustrando en una de las espirales de degradación más pronunciadas en un grupo de esas características. Pleitos, vendettas y ajustes de cuentas entre ellos. 

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A estas alturas hay que insistir en que los jóvenes que decidieron entrar en la clandestinidad para derrocar al estado burgués, a balazos, estaban equivocados, su ruta era equivocada. 

Las guerrillas urbanas nacieron por la propia cerrazón del régimen y se catalizaron con las matanzas de Tlatelolco en 1968 y de San Cosme en 1971. Hay múltiples estudios al respecto. 

Las áreas de seguridad del Estado aprovecharon la coyuntura para desatar una persecución sin cuartel contra los movimientos sociales y no solo para contener a los que habían tomado las armas. 

Torturas y desapariciones, una modalidad represiva que aún causa estragos en la memoria colectiva y que inclusive es indagada por la Comisión de la Verdad. 

Desde la perspectiva de los derechos humanos, ha costado un gran esfuerzo el sentar las bases de una explicación pertinente y apagada a la realidad, no negando hechos delictivos, sino insistiendo en que tendrían, siempre, que ser juzgados y castigados en apego al orden legal y respetado el debido proceso. 

Esto importa, porque permite visualizar los excesos que se cometieron desde el poder político y del que existen responsables específicos. 

Las posibilidades de hacer justicia a las víctimas de desapariciones forzadas y a quienes sufrieron abusos de toda índole, radica en reconocer la magnitud de lo que ocurrió, sin entrar en las cegueras que provienen de la izquierda sentimental. 

Es más, se puede preguntar a participantes de la propia Liga 23 de Septiembre sobre la valoración que tienen de su propio pasado y se encontrará que suelen ser críticos con toda la amalgama de excesos y delitos que en su momento se cometieron.  

Al mismo tiempo está documentada la acción criminal de las fuerzas policiacas y militares que participaron en los ajetreos de los años setenta y ochenta. Hay indagatorias robustas al respecto, que se pueden consultar en los documentos que se han ido generado, como el informe de la CNDH que se presentó durante el gobierno de Vicente Fox y que da cuenta de una historia de espanto. Sí, a los integrantes de la Liga 23 de septiembre, también los asesinaron y desaparecieron. 

Está ahí un nudo central de la historia que se puede narrar entre los estropicios causados por grupos policiales y los esfuerzos que se han hecho desde la sociedad para que ello cambie. 

Decía Jorge Carpizo que un buen desempeño del trabajo policiaco nunca estaba reñido con los derechos humanos, sino al contrario, ya que su salvaguarda obliga a mayores estándares en las indagatorias y a la sustentación de casos con pruebas. 

Eugenio Garza Sada no tenía que morir como murió. Era un empresario trabajador y honesto. Eso debería ser el inicio de un relato apegado a los hechos y al compromiso con la justicia. Quienes lo mataron sufrieron las consecuencias y se desataron toda clase de atrocidades en su contra. Los extremos a los que llevan los delirios ideológicos y la respuesta despiadada de los que tenían el deber de hacer valer la ley. 

Garza Sada y sus victimarios quedaron prensados en una maquinaria más que tenebrosa. Pero eso no evade responsabilidad alguna. Si quieren enseñar esa historia, la de la Guerra Sucia, a los niños de primaria, hay que hacerlo con profesionalismo y decoro. Y más si de Libros de Texto Gratuito se trata.

@jandradej 

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