En busca de un nuevo posicionamiento. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Uno de los retos que tendrá el PRI en los próximos años es determinar con claridad a quién le hablan. Es decir, estructurar una propuesta que mantenga a la militancia que le queda, pero que al mismo tiempo se abra a nuevos horizontes.
¿Es esto posible? Dependerá de encontrar un nicho que resista a la fuerte atracción de Morena y que a la vez lo coloque en el espacio del progresismo.
Un reto será no caer en el cuadrante discursivo que alienta a la 4T, sino encontrar una ruta de planteamiento verosímil.
George Lakoff escribió “No pienses en un elefante”, donde justamente aborda la importancia de las palabras y referencias que dan sentido a una propuesta política y de las claves para no caer en el esquema, en los marcos, de los adversarios.
En el PRI están intentando. Las diferencias con el actual gobierno son claras en temas como el Poder Judicial, la estrategia de seguridad y de la defensa de las instituciones democráticas.
Pero esto no es suficiente, y en todo caso el priismo tiene que pasar de ser oposición a convertirse en alternativa.
Para nada será una labor sencilla, porque primero tendrán que enfrentar las inconformidades por la modificación de los estatutos que permiten la reelección de su dirigencia, algo que rompe con un viejo tabú, y porque hasta ahora no se puede medir el tamaño de la escisión que está por ocurrir.
Quizá ya no sea copiosa, porque desde 2018 hay una suerte de traslado hacia otros horizontes, aunque quedan personalidades críticas de la actual dirigencia que, por su propia historia, sí tienen un peso específico. Beatriz Paredes, es un caso especial, ya que ha estado presente en los momentos difíciles del partido, pero ahora no coincide con la ruta que se está esbozando.
Otros, como ha señalado Moreno, se han mantenido alejados de las batallas de estos últimos cinco años.
Vendrán las impugnaciones respectivas, pero lo más probable es que las autoridades electorales ratifiquen lo acordado en la Asamblea del PRI.
Alejandro Moreno puede quedarse en la presidencia de su partido por dos periodos más, si así lo decide la militancia. Conviene tener presente que esto es posible, porque la actual dirigencia del PRI trabajó en la construcción de una estructura desde los propios seccionales. Puede gustar o no, pero le metieron esfuerzo a una tarea que otros vieron con desprecio o que no valoraron.
Los consejeros que participaron en la Asamblea provienen de esa legitimidad, y por eso otras expresiones no pudieron hacerle frente a lo que se proponía.
El aspecto de la reelección es el más polémico, pero no hay que perder de vista que también se está transitando hacia una nueva declaración de principios que recobrará mucha de la esencia de lo que fue ese partido en el pasado, pero sobre todo funcionará para acoplarse a las exigencias del presente.
En particular es clara la voluntad de romper con eso que llaman neoliberalismo y que de modo concreto se puede ilustrar en muchas de las reformas que se impulsaron en el periodo de Enrique Peña Nieto.
Esto proviene del diagnóstico de que el priismo se alejó de sus causas y por ello perdió apoyos. Es el síntoma de una enfermedad que inició mucho antes del 2018 y de la catástrofe del 2024.
Es ahí donde hace sentido la adscripción a la democracia social y a la izquierda que planteó el líder de los diputados, Rubén Moreira.
En los próximos años atestiguaremos cómo se ajusta esta voluntad a una propuesta y discurso que sean viables y que atraigan votantes, que esa es una de las tareas fundamentales de cualquier partido.
Lo primero que tendrán que evaluar es si la marca PRI sigue teniendo atractivo. Tampoco es un asunto baladí, y, por el contrario, de ello depende mucho de lo que puedan o ya no puedan hacer.
La Asamblea del PRI de este domingo hay que verla, también, como el cierre de todo un periodo histórico y el acoplamiento a la nueva realidad política del país.
@jandradej