CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Es paradójico, el gobierno que inició su gestión afirmando que desaparecía el Cuerpo de Granaderos para reivindicar y cumplir una demanda del Movimiento Estudiantil de 1968, ahora militariza la seguridad en el Sistema de Transporte Colectivo.
En el fondo, es una especie de renuncia al izquierdismo sentimental con el que suelen actuar en el viejo Palacio del Ayuntamiento, donde hay más de trova cubana que de modelo progresista.
Pero, además, el despliegue de guardias nacionales en los andenes del Metro es una decisión costosa, porque los problemas de ahí no son de seguridad sino de presupuesto y mantenimiento. Es una cuestión estructural que proviene del subsidio de cada viaje y por la reducción del presupuesto. Son los ingredientes de una tormenta perfecta.
Se ahorra en lo sustancial, para gastar en lo clientelar y ello tiene y tendrá consecuencias. Ahí está el nudo de la crisis.
Como en tantas otras cosas, en el caso del Metro, se ha impuesto una lógica política. Como las fallas recurrentes, algunas de ellas trágicas, como el derrumbe de la Línea 12, en que murieron 26 personas, o el choque en la Línea 3 donde falleció una joven estudiante universitaria, se han mantenido durante cuatro años, las aspiraciones electorales de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, han ido encontrando obstáculos justamente en el funcionamiento de los trenes. Cada incidente se convierte en una posibilidad de crisis de comunicación.
Ante ello, aplicaron un recurso extraño, militarizar. Sí, se parte de la idea de que hay sabotajes y por eso las cosas no acaban de funcionar. No es así, pero esa es la coartada para desplegar 6 mil elementos de la Guardia Nacional que fueron retirados de entidades del país en las que existen altos niveles de violencia.
Pero, aunque sí existiera una estrategia de provocar incidentes en el Metro, lo que se requiere es de actuación policial y ministerial, para dar con probables responsables de estas conductas. Hasta ahora se ha señalado a una señora por tirar (aunque pudo ser que se le cayeron por accidente) las aspas de una licuadora en las vías del tren, también se argumenta que hay robo de cables y que uno de ellos, se desprendió y golpeó una cabina.
¿Para enfrentar eso se requiere de militares? La evidencia señalaría que no, y menos aún en un gobierno que suele afirmar, orgulloso, que cuenta con la mejor policía del país, y en efecto, así es.
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En el fondo, la llegada de los militares al Metro descalifica, de alguna forma, a las propias corporaciones locales, ya que no se les considera del todo confiables. Eso es otro disparate, porque son justamente los policías quienes conocen lo que ocurre en toda la red del STC.
Es probable que la determinación de usar a la Guardia Nacional en el Metro responda a los reflejos de la 4T, donde la militarización es cada día más evidente. La Guardia Nacional está integrada por militares. Sus pinceladas civiles, por demás modestas, quedaron borradas de un tirón cuando se transfirió mando y administración a la Secretaría de la Defensa.
Ahora dicen que no hay militarización porque los agentes solo van armados de toletes. Otro absurdo.
Pero, además, la utilización de soldados, en tareas de seguridad pública, debe tener un carácter excepcional, temporal, fiscalizado y subordinado a los civiles. No será el caso, porque la estricta legalidad no es una preocupación de quienes gobiernan la Ciudad de México.
Para colmo, hay en esto, algo simbólico. La izquierda, la que ha gobernado la capital por décadas, siempre se opuso a la participación militar en tareas civiles. Había múltiples razones, algunas hasta sentimentales, como las que provienen del 68 y de 1971.
Lo delicado de la situación se mostró, cuando un grupo de jóvenes protestaban, justamente por la muerte de una universitaria, y uno de ellos, Hendrik Ortega, fue detenido y llevado ante un juez cívico. El asunto no llegó a mayores, porque el escándalo que se desató lo impidió.
Lo grave es que estas situaciones pueden ir en aumento, porque los integrantes de la Guardia Nacional no están entrenados para interactuar con la ciudadanía, sino para enfrentar enemigos. Son soldados. Nada menos que eso.
@jandradej
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