EMEEQUIS.– Todo hizo mal la Fiscalía de Sinaloa en lo que se refiere al asesinato de Héctor Melesio Cuén. Pero no es casual, no se trató de una concatenación de insuficiencias, sino de un desesperado intento de contener la avalancha que se les venía encima.
Desde el primer momento, trataron de encubrir a los probables responsables, sembrando una historia falsa, la del intento de asalto en una gasolinera, y tratando de deslindar el hecho de todo lo que desató la llegada de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López a los Estados Unidos, el primero contra su voluntad y el segundo para entregarse a las autoridades.
Por eso, a estas alturas, ni siquiera está establecida la mecánica del crimen, porque no se recabaron evidencias y, de modo increíble, se autorizó la cremación del cuerpo.
Todo esto lo descubrieron los peritos de la FGR en las primeras revisiones del caso. Encontraron que en la necropsia no se establecieron, de modo correcto, los signos cadavéricos inmediatos, ni la evolución que tuvo el cuerpo, que tenía un hematoma en la cabeza, y que recibió cuatro disparos en las piernas.
Respecto a la gasolinera, y al video que presentó la propia Fiscalía de Sinaloa, solo se escucha un balazo, pero los empleados, al ser interrogados, señalaron que no percibieron detonación alguna, además de que no se pudo identificar con precisión a los ocupantes de la camioneta.
Esto es muy relevante, porque la difusión del video tenía el objetivo, no de clarificar el asunto, como ahora ya se sabe, sino de descalificar la versión de “El Mayo” Zambada, quien sostiene que el exrector de la UAS y diputado electo murió en el mismo predio donde él resultó privado de su libertad por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Es probable que la operación de encubrimiento tuviera el propósito de contrarrestar el daño que causó la versión de una supuesta participación en la reunión de capos, con el propio gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, quien, sin embargo, no estaba en Culiacán, sino en Los Ángeles, California, el día de los hechos.
La FGR no entró en esa jugada de tergiversar los hechos, haciendo el trabajo que le corresponde, y, sobre todo, previendo que el desarrollo de la historia se conocerá en los tribunales de Estados Unidos cuando se desarrollen los juicios, o en versiones alternas si “El Mayo” Zambada se convierte en testigo colaborador.
Es decir, el fiscal Alejandro Gertz no parece dispuesto a sudar calenturas ajenas y mucho menos a implicarse en un problema de cuyo alcance apenas se está observando la punta, como en un iceberg.
Más allá de las proclamas de Morena y de las defensas oficiales y oficiosas, también juega la cuenta regresiva para el cambio de gobierno a nivel federal, donde no todos los expedientes dudosos serán enterrados, porque algo tendrán que hacer con el desastre que les están heredando.
Ante el escándalo por el desaseo en las indagatorias, el gobernador Rocha “le sugirió” a la titular del Fiscalía de Sinaloa, Sara Bruna Quiñones, que renunciara al cargo.
La posición de la funcionaria era insostenible, ya que tuvo que estar enterada de las dispensas que se otorgaron para la cremación del cuerpo de Cuén, ya que, por tratarse de un asesinato, se tuvo que contar con su autorización o visto bueno.
Pero no deja de ser inquietante, por otra parte, la nula autonomía de la fiscalía local, la que funciona como una procuraduría y por eso el mandatario pudo ordenar la separación del cargo.
La versión de la ahora exfiscal puede ser clave para desentrañar toda la red de protección con que cuenta el crimen organizado, la que se ha hecho, más que patente, en las últimas semanas, aunque es sabido el control que ejercen los bandidos desde hace tiempo.
@jandradej