El caso Zambada salpica a todos. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Es común, en el gobierno mexicano, el acudir a la teoría del complot cuando las cosas no salen como ellos quieren, en momentos de información comprometedora o donde el agua ya les llega a los aparejos.
Así lo están haciendo, al arropar al gobernador Rubén Rocha, exonerándolo antes, inclusive, de que exista alguna imputación en su contra.
Es sintomático que 29 gobernadores, en funciones y por arribar al cargo, cierren filas para tratar de contrarrestar lo que dijo un delincuente. Nunca en la historia reciente, los dichos de un jefe del narcotráfico habían ameritado respuesta semejante. De ese tamaño es el problema.
En parte es así, porque tampoco se conocía un documento con las características como el que hizo público el abogado de Ismael “El Mayo” Zambada.
En realidad, “El Mayo” Zambada, al dar la versión sobre su captura, deslizó elementos de análisis que pueden significar problemas de alto calibre.
Uno de ellos es el de la Universidad Autónoma de Sinaloa, una institución de contrastes, con una presencia de la izquierda a lo largo del tiempo, muy buena en algunos aspectos, y nefasta en otros, como el surgimiento del grupo de Los Enfermos en los años setenta, la ultra criminal y justiciera.
El gobernador Rocha y Héctor Melesio Cuén fueron rectores de esa institución, el primero de 1993 a 1997 y el segundo entre 2005 y 2007.
Más allá de la coyuntura, es probable que se abran expedientes respecto al propio funcionamiento de la UAS y a sus disputas por su control.
En los años ochenta, Félix Gallardo hizo una donación sustancial para la construcción de la biblioteca universitaria, como reportó, en su momento, el periodista Diego Osorno.
Arturo Santamaría Gómez escribió en Noroeste: “uno de los grandes triunfos del narco sinaloense fue penetrar instituciones y campos sociales que grupos criminales de otras partes del mundo ignoraron o nunca pensaron en influir. Pero, lo inusitado, lo sorprendentemente anormal es que no entró por su propio pie o ambición propia, sino que lo invitaron.”
Sería ingenuo que “El Mayo” y su abogado no meditaron la conveniencia de señalar que el motivo de la cita, que se convirtió en una trampa, tenía que ver, en apariencia, con la mediación para que Rocha y Cuén se pusieran de acuerdo sobre la UAS.
Todos estos elementos agarraron descolocados a dos gobiernos, el de Sinaloa, por supuesto, pero también al federal, que está a semanas del relevo presidencial.
Por eso ahora sostienen que el arresto en Estados Unidos de “El Mayo” Zambada y de Joaquín Guzmán López responden a una lógica, por demás perversa, en la que estarían involucradas las agencias de seguridad de aquel país y, por supuesto, “los conservadores”.
Esta vez será difícil que esquiven el golpe en Palacio Nacional, porque el desarrollo de la historia está fuera de su esfera de influencia.
Las peroratas y los ataques contra propios y extraños no tienen ningún impacto en Estados Unidos en sus fiscales y menos aún en los medios de comunicación que seguirán haciendo su trabajo, en buena medida, porque están ante una gran historia.
Si nos atenemos a lo que ha ocurrido en las últimas semanas, los dichos de “El Mayo” Zambada pueden resultar explosivos y en particular porque lleva tres décadas en un negocio, el de las drogas, donde es imposible perdurar sin protección de autoridades corruptas.
Los procesos judiciales o las negociaciones que se hagan con los jefes del narcotráfico para que colaboren como testigos, se llevarán a cabo al norte del Río Bravo y los datos irán fluyendo tanto como convenga a los abogados de los implicados o las estrategias que suele diseñar la DEA.
Estamos observando lo que es apenas la punta de un iceberg, del que iremos conociendo aspectos que hasta ahora no habían pasado de ser conjeturas.
@jandradej