¿De dónde salió la orden para imponer a Rosario Piedra? Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Se impuso la línea y Rosario Piedra tendrá un lustro más para terminar de destruir a la CNDH. Lo hará, de eso no hay duda.
En Morena no se atrevieron a una designación distinta, aunque ellos mismos realizaron las evaluaciones en que la designada fue reprobada.
Hay que anotar que algunas inconformidades se hicieron presentes, pero no llegaron a significar votos disidentes en el Senado, por la simple y sencilla razón de que en el bloque legislativo dominante prevalece una obediencia ciega.
Y nadie podría negar que es pragmático el someterse, ya que el futuro de cada uno de ellos depende de no contrariar, de no generar molestias y de asumir que sus votos no son ni serán libres.
Si la instrucción se dio en Palacio Nacional o en Palenque, o se trata de un acuerdo colegiado, es anecdótico, porque lo que importa, a fin de cuentas, es una determinación política que es contraria a una visión progresiva sobre los derechos humanos.
Eso sí, en la madrugada, luego de uno los procedimientos más desaseados de los que se tenga memoria, le cantaron, desde la tribuna senatorial, las mañanitas a la López Obrador, y quizá hasta le enviaron la fotografía de Piedra Ibarra, cobijada por morenistas, partidos satélite y agregados de nuevo cuño, como la senadora Cynthia López Castro, convencida del valor de la 4T, luego de engañar cínicamente a quienes votaron por ella cuando fingía que sería una opositora.
Una vergüenza cómo se operó el asunto, una falta de respeto para los participantes en el proceso y una pérdida de tiempo absurda.
Adán Augusto López pudo evitarle a Javier Corral el papelón de organizar consultas y comparecencias, si sabía que los dados estaban cargados de antemano.
Pero semejante conducta no es casual, es estructural y se replicará, en los niveles respectivos, cuando se integren los listados de los aspirantes a ser jueces, magistrados y ministros.
El descaro de reelegir a Piedra Ibarra es un mensaje, la confirmación que aún no se conocen los límites y que utilizarán la mayoría espuria con que cuentan hasta donde tope.
“Les vamos a ganar”, decía el líder de Morena, aunque no esté del todo claro a quiénes reclamaba, porque en la oposición no hay y no había los votos suficientes para oponerse y porque su grupo conformó la terna en disputa.
En el fondo, quienes ahora gobiernan, no quieren una CNDH independiente, porque se puede inmiscuir en asuntos escabrosos, como los derivados de la militarización, los abusos policiales o los burócratas que no cumplen con la ley y violentan derechos.
Una CNDH activa ya estaría trabajando en Sinaloa, para analizar la situación y hacer las recomendaciones pertinentes ante la evidente violación a un derecho fundamental, el que atañe a la seguridad de los ciudadanos y más cuando lo que está en riesgo es la vida.
Una CNDH en funciones estaría operando para advertir del daño inmenso que significa la cláusula de supremacía constitucional en lo que respecta a la convencionalidad.
Una CNDH comprometida había desarrollado una profunda investigación para determinar la cantidad de autoridades coludidas para que sea posible que se decapite a un alcalde en Chilpancingo.
Pero Piedra Ibarra les garantiza seguir reprochándole al pasado, repartiendo culpas de cuestiones que ocurrieron hace medio siglo.
Ganó el sectarismo, y el golpe será ya definitivo para la institución del ombudsperson, ya que requiere de legitimidad y prestigio para actuar.
Pero el cascarón vacío de la CNDH seguirá ahí, para ser utilizado contra los opositores, para servir de comparsa cuando haga falta.
Un triste colofón, una cancelación que se suma a otras tantas y que van dando forma al nuevo régimen, ajeno a muchos de los logros que fueron posibles, paradójicamente, por el esfuerzo y tesón de aquello que se llamó izquierda.
@jandradej