Los saldos de la elección. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Es la quinta ocasión en que autoridades electorales autónomas, el INE y el TEPJF, organizan, vigilan y resuelven conflictos y, acaso lo más relevantes, en que los ciudadanos atienden las casillas y cuentan los votos. Es un sistema que funciona y permite que las alternancias o la continuidad en el poder político se realicen en paz.
Así fue con Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y, de acuerdo con las cifras preliminares, con Claudia Sheinbaum.
Pero inclusive antes que eso, y vale la pena recordar, de igual forma, que los esfuerzos para dotar de legitimidad a la contienda de 1994, en la que resultó vencedor Ernesto Zedillo, permitieron la designación de consejeros electorales ciudadanos que contaban con la confianza de los partidos políticos. El secretario de Gobernación seguía presidiendo el IFE y contaba con capacidad de veto, pero nunca la utilizó.
Esto es relevante, porque la ciudadanía de nueva cuenta, ahora en 2024, manda el mensaje de que la clave del futuro en México debe ser democrática. Más allá de ganadores y perdedores, que, por lo demás, nunca son definitivos.
Si era una prueba, nuestro sistema electoral y, de modo particular, el ejercicio del voto, estuvo a la altura de las circunstancias y las calificaciones son las adecuadas.
En la mayoría de los puntos de votación lo que se vivió fue una jornada cívica. Eso es lo que hay que preservar, aunque quienes se perfilan como ganadores en realidad quieran destruirlo o derruirlo.
Xóchilt Gálvez, la abanderada de Fuerza y Corazón por México resultó una gran candidata. Generó esperanza y participación y demostró que no hay que bajar la guardia de antemano.
Hay que ponderar, sin embargo, en que la violencia estuvo presente a lo largo de todo el proceso, que los grupos criminales accionaron en diversas regiones del país, que amenazaron y mataron. Sí, la mayoría ciudadana volvió a imponer su civilidad, pero los bandidos están a la vuelta de la esquina y eso no se puede ni debe ocultar.
Están ahí, documentadas, las intervenciones indebidas de Palacio Nacional que significaron un golpe a la equidad de la contienda. ¿Cuánto afectan? No se sabe, pero ahí estuvieron.
Hay que despejar la bruma que provoca la declaración de triunfos antes de las cifras oficiales. Es una vieja costumbre que tiene poca utilidad cuando los márgenes entre victoria o derrota son suficientes.
Es algo absurda, con la excepción de contiendas cerradas, porque los van a desmentir los datos recabados en las casillas y que irá proporcionando el PREP. No hay que pelear con molinos de viento.
La tarea de los partidos y en particular de los opositores, es afanarse en defender la voluntad ciudadana, en mostrar que el voto cuenta y se cuenta, ahí donde existan irregularidades o dudas que, en la mayoría de los casos, ya provienen de las incidencias en las propias casillas.
Es el caso de la Ciudad de México, donde los datos indican una pelea entre Santiago Taboada y Clara Brugada y con una participación del 71%. Al margen del resultado definitivo, que finalmente se inclinó en favor de Brugada, la capital del país no tiene una evaluación positiva de la 4T, o no en los términos de lo que ocurre en otras entidades.
En los próximos días ya habrá tiempo de analizar los datos que arrojan las urnas y de entender, a cabalidad, lo que ocurrió y lo que nos espera.
@jandradej