El papel que jugará Zaldívar. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La inclusión de Arturo Zaldívar en el Comité de Evaluación de los candidatos a ser jueces es una señal de exclusión.
Esto es así, porque el exministro es uno de los artífices de la Reforma Judicial y de los acentos vengativos que en ella se contienen.
Si bien la iniciativa respondió, de forma primaria, a la furia que causó en el presidente López Obrador el rechazo de los ministros a la militarización de la Guardia Nacional, luego se convirtió en una bandera de la campaña electoral y en la posibilidad de renovar al Poder Judicial en su totalidad.
Zaldívar era contrario a la elección popular de los jueces. Sabe de los enormes riesgos que implica, pero cambió de opinión cuando se hizo evidente que era lo que deseaba López Obrador y que la presidenta Claudia Sheinbaum no tenía, ni tiene, objeción alguna al respecto.
Es más, nunca habría sido ministro con un procedimiento como el que ahora promueve. Llegó al cargo porque lo impulsó el presidente Felipe Calderón, a quien ahora detesta, y porque lo apoyaron senadores del PAN, PRI y PRD, partidos a los que ahora desprecia.
En alguna ocasión, al entonces secretario de Educación, Agustín Yáñez, le fueron con el chisme de que alguien estaba hablando mal de él, que sulfuraba agravios. El funcionario se negó a creerlo. Le dieron pistas, fechas, motivos.
Desesperado, el interlocutor, preguntó cómo era posible que no lo creyera. Yáñez respondió que “Fulanito” no podía estar intrigando, por la sencilla razón de que jamás se le había hecho un favor.
Zaldívar, conviene recordarlo, está bajo investigación en el Consejo de la Judicatura Federal por presuntamente realizar conductas contrarias a la independencia judicial cuando fungió como presidente de la Suprema Corte y operó en favor de los intereses de Palacio Nacional.
¿No sería procedente o por lo menos decoroso esperar a que ese procedimiento culmine? No desde los cálculos de Palacio Nacional, porque saben que ese tipo de mecanismos de control ya dejaron de operar y, en todo caso, ya no existen las condiciones para que esas decisiones sean acatadas.
Es la zona brumosa del presente mexicano, donde ya no se sabe cuál es la legislación que debe imperar y si a los jueces, que serán relevados el próximo año, se les tiene que hacer caso.
Van a ser seis meses muy complicados, en la multitud de asuntos estarán en vilo y que, por razones obvias, van a sufrir retardos más largos de lo ya habitual.
Zaldívar, quien evaluará, en lo que respecta a los listados que emitirá la presidencia de la República, trató de prolongar su mandato al frente de la Corte, pero la mayoría de los ministros rechazaron, por inconstitucional, semejante osadía.
Nunca perdonó a sus pares y eso se nota. Suele calificarlos de ser parte de la derecha y de querer conservar privilegios que, por cierto, él mantiene y mantendrá.
Para Zaldívar es su gran momento. Son pocos los que pueden contar el haber visto caer a cada uno de sus enemigos. Los que les pusieron límites a sus arbitrariedades, no cayeron en sus trampas, y no le compraron la idea de que la sumisión ante López Obrador era la única ruta posible, ya no estarán en sus cargos cuando la reforma se consume.
Por eso, solo con ingenuidad, se puede esperar que la selección de candidatos se acople a criterios de independencia, ya que lo que se hará es una evaluación predominantemente ideológica para que procedan los registros en las boletas.
Quizá en el Poder Judicial, desde su propio Comité intenten dar la pelea, colocando aspirantes capacitados y con carrera. Lo están haciendo al incluir, entre los requisitos, un examen de conocimientos. La van a tener muy difícil, sino es que imposible, porque Morena lanzará una operación en territorio, para que no exista sorpresa alguna, aunque eso esté prohibido por la ley.
@jandradej