¿Qué pasará con Alejandro Encinas? Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La degradación del caso Ayotzinapa está aterrizando en lo teatral. La jornada de búsqueda en las instalaciones del 27 Batallón de Infantería, en Iguala, cuando en unos días se cumplirá una década de las desapariciones forzadas de 43 estudiantes, es un montaje escénico.
El subsecretario de Gobernación, Arturo Medina, entró al cuartel acompañado de sólo dos de los padres de los normalistas. No es cualquier grupo el que converge con las autoridades, sino el que ha salido a manifestarse para exigir la libertad de José Luis Abarca, el entonces alcalde de Iguala, quien está implicado en los delitos que se persiguen.
Por eso otros de los familiares decidieron no entrar al juego y recordaron que ya estuvieron en el lugar en 2019.
La actividad, en la que también participaron la FGR y la CNDH haciendo bulto, es pura pirueta, porque tampoco aportarán ya nada de relieve en las pocas semanas que le quedan al gobierno del presidente López Obrador.
En cambio, quien debe estar ponderando la situación es Alejandro Encinas, ya que hace unos días se quejó por ser citado, en calidad de testigo, en el proceso que se lleva contra militares.
Los abogados de los mandos implicados en la noche de Iguala ya habían anunciado, desde hace tiempo, que sentarían en el banquillo al exsubsecretario de Gobernación, pero quienes solicitaron la audiencia fueron los propios soldados.
Inclusive, el mayor de Justicia Militar, Jorge Alfredo Rico, reveló que se presentó, ante la FGR, una denuncia contra el propio Encinas, mientras este era parte del gobierno federal.
Esto tiene aristas muy espinosas, porque es evidente que para presentar el documento en el Ministerio Público se tuvo que contar con las autorizaciones respectivas, las más altas en el escalafón de los militares ya que se estaba acusando a un subsecretario, más allá de si esto tuviese alguna eficacia o, más aún, de si era lo correcto.
Encinas, quien presidió la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, escribió en su colaboración para El Universal que el propósito era que se auto incriminara, algo que, por supuesto, no ocurrió, pero quiso dejar constancia de que consideró un hecho sin precedentes, en gobiernos democráticos, “en que un mayor de justicia militar interrogue a un civil que encabezó los trabajos de una Comisión de la Verdad”.
La Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas hizo patente su preocupación por la diligencia a la que se sometió a Encinas y puntualizó que “la búsqueda de la verdad precisa de garantías institucionales que deben respetarse”.
El presidente López Obrador tiene, para variar, otros datos: “fue (Encinas) testigo y además todos tenemos que contribuir y hablar con la verdad, y no hay ningún problema. No debe de haber fueros para nadie, menos en estos casos y hablar sobre lo que se hizo porque si se cometieron errores también hay que decirlo”.
Los “errores” a los que se refiere el titular del Ejecutivo son por haber involucrado a militares en los informes que presentó la Comisión de la Verdad.
En efecto, confiaron mucho en un testigo protegido que les regalaba la historia que se ajustaba a las hipótesis más duras, aquellas que señalaban que se podía escalar en la cúspide de responsabilidades, inclusive militares.
Más allá de Encinas, será difícil que en el futuro alguien se involucre, en serio, para esclarecer delitos de alto impacto, ya que estará expuesto y no tendrá el respaldo del poder federal.
Encinas tiene fuerza propia y una trayectoria que lo cobija, pero para otros puede ser muy complicado.
De ahí que lo más probable sea que la investigación en sus esferas política y ministerial, más las búsquedas que las atañen, no pasen de anuncios dramáticos, reuniones con las víctimas, de vez en cuando, y apostando a que el limbo en que se encuentran las cosas las vaya diluyendo.
@emeequis