Por Reptar
EMEEQUIS.– Frente al vitral azul rey con montículos de hierba dibujados por cristal verde, una señora pasa uno de los peores momentos de su vida. Esto porque espera a que le den razón sobre qué le pasó a su esposo. Frente a las sombras de las dos columnas del Instituto de Ciencias Forenses de la Ciudad de México (INCIFO), cuenta que le llamaron de una alcaldía, que no se acuerda de cuál, “y no nos supieron decir qué había pasado”. Lo único que sabía era que había entrado en el edificio.
Y eso en sí mismo ya había revelado una dolorosa verdad: había muerto y su cuerpo llegó al instituto.
EMEEQUIS pasó varias horas afuera de este lugar en la alcaldía Cuauhtémoc para conocer cómo vive la ciudadanía la atención de esta institución, la cual ha sido señalada por exfuncionarios como deficiente en el manejo de cuerpos y la atención a restos sin identificar, como así lo registró esta casa editorial en los reportajes “IDENTIDAD DESCONOCIDA: LAS 109 OSAMENTAS ENCONTRADAS EN CDMX EN 2019” e “INCIFO, LAS IRREGULARIDADES EN EL REGISTRO DE MUERTOS EN LA CDMX”.
La gente en la ciudad conoce lo que hay detrás de esas puertas. Lo sabe, por ejemplo, un conductor de Didi al que le pidieron un viaje hasta ahí. En una breve anécdota que relata con calma dice que allí trajeron a su padre cuando falleció, cuando murió de un infarto.
De nuevo se piensa: el peor momento de la vida de alguien; el peor momento para ser insensibles; el peor momento para encontrar trabas en los trámites.
En el INCIFO entran cerca de 5 mil cuerpos al año. Pero aunque podría parecer un lugar tétrico por su relación con la muerte, entre semana se convierte, como otras instituciones estatales, en un hervidero de personas que suben y bajan sus escaleras. Y allí se pueden encontrar todas las emociones: desde la felicidad juvenil de quienes van a hacer sus prácticas (con sus batas blancas, sus cabellos pintados, sus dientes que muerden el aire entre risas), hasta los que miran al flujo de los coches o a la escalinata o a los vitrales con los ojos enrojecidos. Vienen a identificar a alguien.
El destino de los cuerpos tiene que ver con la forma en la que se muere. Si hay presunción de un crimen, la Fiscalía investiga. Sino, en teoría, el proceso es más simple:
Muerte ➡ Revisión de la Fiscalía ➡ INCIFO ➡ necropsia ➡ Papeleo ➡ Recolección del cuerpo por parte de sus familiares.
Sin embargo, los familiares que esperan cuentan historias de trámites tardados y poca sensibilidad ante un momento complejo y difícil.
En entrevistas, las razones para estar ahí son variadas:
—Vengo a hacer una prueba de paternidad.
—¿Por qué vengo? por mi esposo.
Una mujer cuenta que perdió a su esposo y que no le quieren dar el cuerpo:
“Porque mi esposo tuvo un accidente laboral y tuvo una muerte de… Cráneo, le lastimó su cráneo”.
Relata que se inició una averiguación previa; lo sometieron a diversos estudios para poder liberar el cuerpo “tanto en el MP como en el hospital”.
Sin embargo, explica que no se puede liberar el cuerpo “hasta que venga un servicio funerario”. Pero el servicio funerario le dice lo contrario, que la responsabilidad es el INCIFO.
“Y me traen como si fuera un juego de tenis, para allá y para acá. Y no me liberan el cuerpo y él murió hace 24 horas”.
Ella, con todo y su dolor, lleva más de 8 horas afuera del INCIFO.
Los habituales de esas instalaciones también son los abogados, por supuesto, porque ellas y ellos son los que tienen que intervenir en situaciones adversas con la mayor frialdad. Y el hecho de no ser familiares de personas que están dentro de las morgues, los hace poco capaces de poder conseguir documentos que se necesitan. Esto lo relata Joaquín, un abogado que busca obtener documentos de ley de un veinteañero que murió en un accidente laboral.
Un alumno de enfermería, Ulises, dice que su grupo recibió “una invitación para presenciar una necropsia. Lo único que sé es que fue por fuera el arreglo con una maestra”.
También hay camionetas funerarias, gente con cubrebocas mal puestos y peritos que entran una y otra vez con comida.
“Vengo para acreditar un reconocimiento de paternidad”, asegura una abogada. Explica que este tipo de reconocimientos de ADN son rápidos. “Es muy fácil hacerlo”.
Un hombre se acerca en un coche. Lo estaciona. Está buscando a un familiar que está desaparecido. A diferencia de miles de personas en todo el país, él y su familia saben que murió en un accidente automovilístico.
Mucha gente que acude a buscar a sus muertos no es tratada con empatía. Foto: Emeequis.
“Estamos buscando un familiar de mi cuñado”. Cuenta que falleció “entre 5 y 7 de la mañana”.
Explica que fue un accidente de moto. La esposa llega y relata que “la atención fue muy buena (la del INCIFO), nada más que me dicen que no me pueden dar informes porque si el cuerpo llegó hoy, hasta mañana que tomen ciertas huellas y ciertas cosas, es que me darían un informe”.
La queja es clara: dicen que les bastaría saber si su familiar está ahí. No piden ver directamente el cuerpo, sino sólo tener la certeza para que puedan actuar. Pero como esa respuesta no llega, tendrán que regresar mañana al mismo lugar.
A través de solicitudes de transparencia, EMEEQUIS pudo identificar que de los 20 mil 527 cuerpos que entraron al INCIFO DE 2019 a 2022 (octubre), de los cuales 3 mil 300 no fueron identificados.
Con información obtenida a través de transparencia, se pudo contabilizar la cantidad de cuerpos en la Ciudad de México que tuvieron muertes violentas y que no fueron identificados.
De 595 cuerpos sin identificar en 2019, 72 corresponden a homicidios.
De 705 cuerpos sin identificar en 2020, 70 corresponden a homicidios.
De 1110 cuerpos sin identificar durante 2021, 84 corresponden a homicidios.
De 890 cuerpos sin identificar en 2022 (con fecha de corte hasta octubre), 82 corresponden a homicidios.
Al entrar al vestíbulo, un detector de metales suena. Una recepcionista pregunta qué se quiere saber. Se le explica que se está buscando el origen de las 109 osamentas que se encontraron en 2019 y que fueron señaladas por EMEEQUIS a través de dos reportajes que lanzaron las preguntas: ¿a cuántos cuerpos corresponden? ¿De qué forma murieron? ¿Son desaparecidos?
Estas osamentas aparecen en los registros de transparencia sin información sobre su origen, edad y sitio de muerte.
EMEEQUIS ha realizado varias solicitudes de transparencia buscando la información sobre el origen de las osamentas, sobre todo cuestionando si estos restos pertenecen al operativo realizado el 22 de octubre de 2019 en Peralvillo 33, Tepito, donde se encontraron 42 cráneos, 40 mandíbulas, 31 huesos largos y hasta un feto dentro de un frasco. Esto fue encontrado en un altar que es una mezcla entre prácticas religiosas yorubas y símbolos del satanismo.
En la recepción se pregunta por las osamentas. La recepcionista pasa la bolita al otro recepcionista, quien dice realizar una llamada al “jefe de jefes”, al que después identifica como Felipe Edmundo Takajashi Medina, director del INCIFO.
Pero no se puede dar respuesta ahí, tiene que ser a través de transparencia. Se pregunta de nuevo por las osamentas y comenta que los directivos dijeron que eso es asunto de la fiscalía.
Sin embargo, un extrabajador de la institución confirma que este tipo de hallazgos, una vez recabados por la fiscalía, pasan a ser responsabilidad del INCIFO. Esta negativa fue una más de las tantas que ha dado el instituto ese día, sin importar que sean para los que buscan a sus seres queridos, a sus familiares e incluso a sus desaparecidos, en medio de su dolor y pena.
@emeequis
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