EMEEQUIS.– La pequeña Karol, de cinco años, llegó inconsciente al área de urgencias del Hospital General de Lerdo, en Durango. Su madre, Blanca, de 40, la llevaba en brazos. Su padrastro, Salvador, de 41, iba con ellas.
Los médicos respondieron al llamado, pero la niña, quien llegó alrededor de las 16 horas de aquel Día de Reyes de 2020, ya había muerto. Al revisarla, el personal del hospital detectó que estaba golpeada, tenía marcas de lesiones antiguas y había sido víctima de violación, de acuerdo con reportes de la prensa local. En el boletín que emitió la Fiscalía General del Estado de Durango se consigna la presunta responsabilidad del padrastro y de la madre por complicidad.
Su caso es sólo uno de los que atienden los hospitales públicos en México, pero refleja quiénes son las personas más vulnerables a la violencia: 6 de cada diez mujeres que acuden a las salas de urgencia por agresión sexual son menores de edad.
Una revisión de los ingresos a las áreas de emergencia médica, realizado por EMEEQUIS, revela que entre 2007 y 2017 se presentaron 896 víctimas de violencia sexual; 84% de ellas fueron mujeres. El 16% restante corresponde a niños y hombres agredidos por el mismo motivo.
De las 748 mujeres que acudieron a salas de urgencia, el 58% eran menores de 18 años (434). Si añadimos a los hombres violentados, las niñas y adolescentes agredidas quedan en 48%.
MENORES EN RIESGO
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la violencia sexual como los actos en los cuales una mujer es forzada físicamente a tener relaciones sexuales contra su voluntad u obligada a realizar un acto sexual degradante o humillante.
La violencia sexual va desde el acoso verbal hasta la penetración forzada. Está acompañada de coacción –intimidación psicológica, amenazas o extorsión–, presión social y, en muchos casos, fuerza física. A los centros de urgencias de los hospitales públicos llegan los casos más graves, casi siempre cuando es evidente una agresión.
Estas agresiones, según pudo constatar esta revista digital, han ido en aumento. En 2014 se presentó el primer pico de ingresos de víctimas de violencia sexual, con 112 casos, un aumento del 138% respecto al número de mujeres que ingresaron un año antes. Pero fue en 2016 que se disparó la cifra, con 171 ingresos.
Este pico refleja también quiénes son la mayoría de víctimas de violencia sexual: las niñas y jóvenes menores de edad. Si entre 2008 y 2013 había un promedio de 28 casos al año, para 2014 se llegó a 67 ingresos, y en 2016, el año más peligroso: 89.
A diferencia de lo que ocurrió con las mujeres mayores de edad, que para 2017 presentaron una reducción en los ingresos; el de las niñas y adolescentes no varió significativamente, en 2017 hubo 74 niñas y adolescentes que ingresaron a urgencias por ser víctimas de algún tipo de abuso sexual o bien a realizarse los exámenes correspondientes para acreditar la violación que padecieron.
Así llegó Evelyn, de tres años, al Hospital del Niño de San Luis Potosí, en estado grave de salud tras sufrir un ataque sexual a manos de su padrastro, también en enero de este año. Medios locales reportaron que la madre dio aviso a las autoridades que su pareja las agredía físicamente.
ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL
El Fondo de las Naciones Unidas Contra la Infancia (UNICEF) ha señalado que la violencia sexual contra niñas y niños es una grave violación a sus derechos y que tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales graves a corto y largo plazo, no sólo para quienes la sufren, sino también para sus familias y su entorno.
Las y los menores víctimas de violencia sexual tienen riesgos de padecer “enfermedades, embarazos no deseados, trastornos psicológicos, estigma, discriminación y dificultades en la escuela”.
En algunos casos, los ingresos a urgencias no quedan registrados como abuso sexual o como exámenes para determinar si hubo o no alguna violación, sino que señalan los daños en niñas y niños probables víctimas de abuso sexual, a través de las enfermedades que les han sido trasmitidas.
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En el análisis realizado por EMEEQUIS, se detectaron 127 casos que corresponden a niñas y niños menores de ocho años que han ingresado por haber contraído clamidia, herpes o verrugas genitales venéreas. Los ingresos por cinco Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) revelaron que el 65% de estos casos corresponden a niñas.
Aunque los especialistas en pediatría señalan que no en todos los casos es posible acreditar una agresión sexual que haya provocado estas enfermedades, sí es un síntoma que los médicos deben considerar y reportar a las autoridades en caso de comprobarse la agresión.
La Norma Oficial Mexicana NOM-046-SSA2-2005 sobre violencia familiar y sexual contra las mujeres, marca que todas las instituciones del sector público, social y privado, que otorguen atención médica a las y los involucrados en situaciones de violencia familiar o sexual deben dar aviso al Ministerio Público para los efectos de procuración de justicia. Además de “registrar cada caso y notificarlo a la Secretaría de Salud”.
También obliga a que todos los prestadores de servicios de salud traten a las probables víctimas con perspectiva de género, así como a reparar el daño físico, psicológico y emocional que presenten.
LA OTRAS VÍCTIMAS: UNA MUJER DE 118 AÑOS…
En los registros de la Secretaría de Salud también es posible analizar los perfiles de las otras víctimas, las mujeres mayores de edad que han sido víctimas de agresiones sexuales que las han hecho parar en un hospital.
En esa lista aparece una mujer de 118 años que llegó a urgencias para que le realizaran el examen correspondiente a la denuncia por violación que presentó en Aguascalientes en 2016, así como otra mujer de 86 años en Tlaxcala que llegó al hospital tras ser víctima de abuso sexual en 2014.
Sin embargo, de las mujeres mayores de edad (314) que han sido víctimas de violación y agresiones sexuales, son también las jóvenes quienes representan el mayor porcentaje: el 66% de las mujeres mayores de edad tenían entre 18 y 28 años.
@AleCrail