Una red de tráfico internacional operaba en el AICM. (Imagen generada con IA de ChatGPT)
EMEEQUIS. – En el bullicioso corazón de la Ciudad de México, donde el Aeropuerto Internacional se erige como una puerta de entrada y salida hacia el mundo, una oscura trama de tráfico de drogas se desarrollaba en silencio.
Bajo la cotidianidad de las idas y venidas de pasajeros, una banda criminal operaba, enviando sustancias ilícitas desde las entrañas de este emblemático lugar hasta la histórica ciudad de Roma, en Italia.
Todo comenzó cuando las autoridades capitalinas detectaron algo fuera de lugar en dos ocasiones distintas, los días 12 y 20 de agosto. En esos días, mientras el mundo seguía girando ajeno a los horrores que se escondían entre las maletas, se descubrieron cargamentos de drogas que iban desde cocaína hasta metanfetamina, hábilmente ocultos entre pertenencias comunes. Los paquetes, interceptados en el AICM, tenían un destino claro: Roma.
Pero el verdadero hallazgo vino cuando las cámaras de videovigilancia revelaron a los cómplices: un hombre y una mujer, quienes con cautela y precisión entregaban las maletas cargadas de narcóticos a pasajeros desprevenidos, todo bajo la fría luz del día en el aeropuerto, llegando en un vehículo azul. El 27 de agosto, la SSC finalmente localizó el auto en la alcaldía Venustiano Carranza, justo en el momento en que sus ocupantes—tres mujeres y un hombre—cargaban meticulosamente paquetes de marihuana en la cajuela. Fue el fin de su libertad.
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La operación, sin embargo, iba más allá de lo que se podía ver a simple vista. En una vivienda modesta, situada en la calle Herreros de la colonia Morelos, se preparaban las maletas que después serían llevadas al aeropuerto.
En un juego macabro de ingenio, los traficantes ocultaban las drogas en latas de aerosol y frascos alterados, intentando burlar la seguridad. Incluso los productos de belleza, como cremas cosméticas, eran usados como camuflaje para esconder los peligrosos narcóticos.
Al día siguiente, el 28 de agosto, la verdad salió a la luz cuando las autoridades ejecutaron una orden de cateo en el domicilio de la calle Herreros. Allí, entre las paredes que habían sido testigos de innumerables delitos, se encontraron bolsas de hachís, paquetes de hongos alucinógenos, marihuana por un total de 85 kilos, y una impresionante cantidad de pastillas de metanfetamina. Todo estaba listo para ser enviado, disfrazado como algo inofensivo.
Aunque los detalles de los detenidos permanecen en la sombra, se sabe que uno de ellos, un hombre llamado Luis Bautista, fue asegurado junto con seis teléfonos celulares, identificaciones y el vehículo azul que los había traicionado. Ahora, tanto las personas como las sustancias ilegales se encuentran bajo la custodia del Ministerio Público, mientras las investigaciones siguen su curso, desenmarañando poco a poco esta red de crimen que intentó operar bajo la aparente normalidad del AICM.
@emeequis