EMEEQUIS.– Pedro Joaquín Coldwell y Enrique Ochoa Reza estarían mencionados en la investigación de la Fiscalía General de la República (FGR), por no haberse opuesto a la compra de la planta chatarra Agronitrogenados, cuando ambos eran miembros del Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos (Pemex), en el gobierno de Enrique Peña Nieto.
El primero era secretario de Energía, cargo que tuvo de 2012 a 2018, y el segundo era subsecretario de Hidrocarburos, en la misma dependencia, de 2012 a 2014.
Detenido por esa compra, además por posibles sobornos de Odebrecht a la campaña de Peña Nieto, el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, se atiene al criterio de oportunidad y, de acuerdo a versiones de prensa, en una denuncia ante la FGR expone que en la sesión de ese consejo, del 17 de diciembre de 2013, “ninguno de los integrantes se manifestó para evitar la consumación de un hecho irregular”.
Desde 2019, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) informó que presentaría una denuncia ante la FGR sobre todos los funcionarios que integraban ese consejo. Entonces, Pedro Joaquín Coldwell pidió ser citado a declarar, lo cual aún no ha ocurrido.
En una carta enviada a este medio, el diputado federal Enrique Ochoa asegura que “dicho Consejo de Administración no votó, ni aprobó la operación entre AHMSA y Pemex. Solamente fue informado de que una filial extranjera de Pemex ya había concretado la operación”.
Y añade: “De hecho, el Consejo de Administración no tuvo conocimiento de posibles daños patrimoniales a Pemex, de acuerdo con la información presentada en la sesión extraordinaria del 17 de diciembre de 2013, como consta en el acta oficial correspondiente”. (* Ver carta al final del texto)
Hace unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador refirió en su conferencia mañanera que Lozoya aportaría pruebas sobre el papel de los exconsejeros de Pemex.
¿DE DÓNDE VIENE ESTA DUPLA?
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) –al que los dos dirigieron en diferentes periodos–, el sector energético, diversos negocios particulares y la buena vida desde la gestión pública los unen en un mismo estilo de vida pública. Pedro Joaquín Coldwell, nacido en 1950 en Cozumel, Quintana Roo, y Enrique Ochoa Reza, quien vio la primera luz 22 años después en Morelia, Michoacán, deben ponerle cara al mismo proceso judicial.
Estas son las semblanzas de ambos políticos construidas a partir de su desempeño político, declaraciones patrimoniales y contratos desde sus gestiones.
Los dos adueñan biografías en las que no hicieron falta escondrijos para abrazar los lujos. Cada uno en su circunstancia, supo ejercer con maestría el binomio político-empresario y una posición lejana a la austeridad republicana, determinada por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, en el peñanietismo.
La Secretaría de Energía (Sener), bajo la titularidad de Pedro Joaquín Coldwell, rentó aeronaves para giras de uno o dos días (como si se tratara de un guiño a su padre, apasionado del mundo aeronáutico). Mientras, una red de gasolineras en la que era accionista, operaba en Cozumel, su terruño.
Enrique Ochoa Reza, cuando fue subsecretario en Pemex y luego director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), mantuvo una de las colecciones de arte más caras y nutridas de México, así como una flotilla de taxis, con cuyos números jugó en sus declaraciones patrimoniales ante la Secretaría de la Función Pública (SFP) sin jamás dejarlos claros.
El vínculo más fuerte entre ambos: Enrique Peña Nieto.
EXPEDIENTE: PEDRO JOAQUÍN COLDWELL
Para llevar una vida de lujo, a Pedro Joaquín Coldwell no le hicieron falta las reuniones en secreto, ni los actos relacionados con la corrupción. Con dinero público, frente a la vista de todos, el entonces secretario de Energía contrató aviones privados para realizar sus giras de trabajo.
Como el mismo presidente Enrique Peña Nieto que salía de México en el conocido Boeing 787, el entonces hombre clave de la reforma energética llamó a la empresa de renta de aeronaves Servicios Aéreos Across, una de las más nuevas en el país. También, mandó comprar llantas blindadas para el vehículo oficial que lo transportaba en la Ciudad de México (contrato B-013/2015 de la Sener; unos 114 mil 262 pesos de ahora).
La transportación de su persona costó 16 millones 67 mil 326 pesos, a valor actual, según una inmersión de EMEEQUIS en las fichas de los contratos publicados en el Portal de Obligaciones y Transparencia, cotejados con “los datos relevantes” en la página Compranet.
Sin consideración en las distancias, las bitácoras de sus vuelos se llenaron de viajes breves o largos. Uno corto fue el realizado en 2014, para ir de Toluca, Estado de México, a Zapopan, Jalisco. Esa vez, la renta del avión costó 215 mil 135 pesos (unos 272 mil 58 pesos de ahora). El periplo, de haberlo realizado por tierra, hubiera durado cinco horas; pero por los aires, al funcionario peñanietista le tomó sólo 30 minutos.
Ese mismo año, para ir a Guatemala, a la cumbre de Inversión Energética Mesoamericana, gastó, en otra aeronave privada, 639 mil 640 pesos (unos 808 mil 877 pesos de ahora).
De 2014 a 2016, para cualquier gira que se ofreciera, la Sener mantuvo abiertos dos contratos. Uno fue por 336 mil pesos (unos 424 mil 900 de ahora) y uno más por un millón 680 mil pesos (unos dos millones 124 mil 495 de ahora).
El año siguiente, la bitácora fue más larga. En avión privado –que costó 330 mil 461 pesos (unos 401 mil 508 pesos de ahora)– Pedro Joaquín Coldwell asistió a “Latin Trade Symposium” en Miami, Estados Unidos; a la “Clausura de conferencia de Municipios de México (Conamm)” y la entrega del Centro de Justicia, salas de juicios orales, en Chihuahua. También se mantuvieron dos contratos abiertos por 948 mil 275 pesos (un millón 152 mil 148 pesos de ahora) y 4 millones 741 mil 379 pesos (5 millones 760 mil 742 pesos de ahora).
Luego, en 2016, se firmó el contrato más grande de los vuelos de su gestión para “servicios de transportación aérea especializada”. Fue por cinco millones de pesos (10 millones 502 mil 54 pesos de ahora).
Esos altos vuelos coinciden con el gusto de su padre, Fausto Nassim Joaquín Ibarra, quien, cuando era niño, vio amarizar en la Laguna Ciega de la isla, al legendario Charles Lindbergh en el hidroavión Sikorsky S30, al lado de su esposa, la escritora Anne Morrow. (Todo Incluido, la revista, Nicolás Durán de la Sierra, 21 de junio 2016).
Nassim Joaquín nació en Cozumel del matrimonio de Rosa Ibarra y Pedro Joaquín. Provenientes de El Líbano, llegaron a vivir a Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo, pero los movimientos políticos de esa tierra cuando se iniciaba el siglo XX, no les fueron favorables. Así que se mudaron a la isla. Ahí iban a fundar un emporio, mientras los descendientes ocupaban altos cargos en la política mexicana. Su plataforma no sólo fue el PRI –el partido que duró 71 años consecutivos en la Presidencia–, sino también el Partido Acción Nacional (PAN), en cuanto este empezó a posicionarse en el mapa del poder en México.
Nassim Joaquín se erigió en “el tatich”, vocablo maya que significa “el primero”. Su primera empresa fue Bungalows Playa Azul. Poco después, inauguró los hoteles Hotel Playa Azul y el Cozumeleño. Sus negocios se ramificaron, crecieron, se multiplicaron. Fue dueño de un centro comercial, tierras agrícolas, gasolinerías, embotelladoras y una fábrica de hielo. A lo largo de su vida, entrañó la pasión por los aviones y también se acercó al negocio. Fue socio de la línea aérea regional Transportes Aéreos de México (TAMSA) y concesionario de Mexicana de Aviación (hoy en quiebra), así como fundador propietario de Aerocozumel. Todo, bajo la nomenclatura de Grupo Cozumel.
De la unión con Miguelina Coldwell (fallecida en 2013) procreó a Pedro Joaquín y Addy Cecilia (diputada federal por el PRI de 1997 a 2000. Luego, en 2006, por el PAN).
De la unión con Delmy González Zapata, tuvo a Carlos Manuel Joaquín González (gobernador de Quintana Roo en funciones. Renunció al PRI para ser postulado por el PAN). Y también procreó a Mario Joaquín Moguel (el nombre de su madre no es conocido).
El 17 de junio de 2016, Nassim Joaquín partió de este mundo. Le faltaban dos días para cumplir 100 años.
De su estirpe, Pedro Joaquín Coldwell fue la figura más visible. Y fue así, desde la juventud. Con 25 años de edad, en 1975, obtuvo su primera posición política: una curul en el congreso de Quintana Roo. Poco después, ocupó la Secretaría General de Gobierno en la administración del entonces gobernador Jesús Martínez Ross.
Cinco años después de su primer cargo, ganó las elecciones de gobernador. Para postularlo fue necesario reformar la Constitución, porque en ese tiempo se requería tener 35 años para el cargo. Pedro Joaquín Coldwell tenía 30 años de edad y gobernó de 1981 a 1987. Varias fuentes coinciden en que tuvo el padrinazgo del entonces presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, dada la amistad con el padre, Nassim Joaquín.
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En 1988, Carlos Salinas de Gortari –el presidente más controvertido que ha tenido México– tomó posesión tras un proceso electoral cuyos resultados quedaron manchados de dudas. Pedro Joaquín Coldwell fue llamado a integrar el gabinete con la dirección del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur). Un año después, ocupó la Secretaría de Turismo, en la que permaneció hasta 1993.
Pasaron dos décadas. En ese tiempo, el PAN ganó dos veces la Presidencia de la República. En 2012, en la figura de Enrique Peña Nieto, el PRI volvió al poder. Para entonces, Pedro Joaquín Coldwell ya era “viejo lobo de mar”. Y en sus manos quedó la Sener, que sería eje de la reforma energética, propuesta estelar del gobierno para abrir al capital privado el subsuelo mexicano en la generación eléctrica, y ahora bajo cuestionamientos. Además, significaba un asiento en el Consejo de Administración de Pemex.
Como cualquier otro funcionario del gabinete peñanietista, Joaquín Coldwell solía presentar su declaración patrimonial ante la SFP con candados para que, al ser publicada en el sitio Declaranet, los ciudadanos no pudieran conocer ciertos aspectos. Los primeros años del sexenio, se cuidó de no dar a conocer el valor de sus propiedades. Tampoco que adueñaba una red de gasolinerías en Quintana Roo, herencia de su padre.
Aun así, reveló que el 13 de septiembre de 2012 le compró a un primo un terreno de 2 mil 313 metros cuadrados que tiene el número de escritura 53958 (no hizo público el valor). Dijo que lo pagó al contado. Es decir, tenía dinero justo ese año cuando se efectuó la campaña electoral en la que según las declaraciones judiciales de Lozoya Austin hubo sobornos por parte de la constructora brasileña Odebrecht. Y él era presidente del PRI (2011-2012) cuando el partido decidió postular a Enrique Peña Nieto. Y fue él quien le levantó la mano al triunfar.
En mayo de 2014, la entonces senadora del Partido de la Revolución Democrática, Dolores Padierna, pidió su retiro del cargo. El argumento: era dueño de un conjunto de gasolinerías y al mismo tiempo, tenía facultades para otorgar contratos.
Como reacción, Joaquín Coldwell le pidió a la SFP que diera a conocer los datos de su participación en esas empresas, contenidos en su declaración patrimonial y que hasta ese momento habían estado bajo discreción. La dependencia difundió entonces que tenía un monto de participación en el capital social de 25 mil pesos en Combustibles Tatich; de 150 mil pesos en Combustibles San Miguel; de un millón 820 mil pesos en Combustibles Caleta; de 6 millones 280 mil pesos en Planta de Combustible Cozumel; de 600 mil pesos en Gasolinera y Servicios Juárez, y de 2 millones 100 mil pesos en Servicio Cozumel.
En enero de 2017, actualizó su declaración de intereses ante el Fondo Mexicano del Petróleo, como obliga la Ley de Servidores Públicos para esa área de desempeño público. En el documento, informó que, a la muerte de su padre, debió tomar decisiones respecto a sus empresas. Entonces, detalló el traspaso de sus acciones en las gasolinerías a un fideicomiso revocable de inversión, administración y testamentario. Los derechos corporativos quedaron bajo su dominio y los de sus socios, que son sus hijos y un sobrino, hijo de su hermana Addy.
EXPEDIENTE: ENRIQUE OCHOA REZA
La lista se extiende a 110 renglones. Enrique Ochoa Reza menciona uno por uno los vehículos que dice poseer y, más adelante, lista las placas. Es un negocio de taxis marca Nissan, Volkswagen, Porsche y Chevrolet, expuesto en la declaración patrimonial que el ex funcionario dejó en los archivos del gobierno mexicano cuando fue subsecretario de Hidrocarburos en la SE y luego, director de la CFE.
Enrique Ochoa Reza jugó con los números. De acuerdo con una revisión de sus declaraciones de bienes ante la SFP, la flotilla se inició con la adquisición de tres unidades en 2006, creció a 110 en 2013 y disminuyó a 50 en 2016. Pero entre 2013 y 2014, los números de unidades no cuadran.
Expone que en 2013 tenía un total de 110 unidades. En abril de 2014 tenía 52 incorporadas y cero vendidas. El total debía ser 162, pero él escribió 110. Del rastro de las otras 52 jamás dio cuentas. Tampoco del desliz matemático si es que lo hubo.
Ochoa Reza también asienta que es socio de AOZ Farmacéutica.
Pero esos negocios apenas son un pedazo de esta biografía. A la par, se encuentra un cariz intelectual tan extenso como los mismos taxis. El hombre que dirigió la CFE, de 2014 a 2016, indica que es dueño de 4 mil 850 libros adquiridos a lo largo de la licenciatura, maestría, doctorado y desempeño profesional. Además, adueña una colección de arte formada entre 2008 y 2009, con “3 Obras Frida 2007” (litografías de autor desconocido) y cuadros como “Jongo”, “Horizontes”, Homenaje a zapoteca 1994” del artista japonés Shinzaburo Takeda, así como litografías de Israel Nazario, Ixrael Montes y Amador Montes. El valor de estas adquisiciones no fue publicado.
Al equipo de Enrique Peña Nieto se integró en la transición de gobierno. Se hizo cargo de la coordinación de Educación. Su amigo, Luis Videgaray Caso, lo invitó. En esos cuestionados tiempos, otros como Emilio Lozoya Austin usaron el dinero para adquirir al contado una casa en 32 millones de pesos; Ochoa Reza se hizo de tajo de dos obras de Érika Harrsch, artista visual mexicana.
Nació en Morelia, Michoacán, el 1 de septiembre de 1972. Es hijo de Tomás Enrique Ochoa Moguel, cuya trayectoria profesional se encuentra completa en el Poder Judicial de la Federación, y Carmen Reza Chávez. Tiene una licenciatura en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y otra en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). De las dos, obtuvo cédula profesional. Para la primera tiene la 2948613 y para la segunda, la 5752793.
Su tesis, “Un estudio comparativo del federalismo”, para la máxima casa de estudios, revela su admiración por Luis Videgaray Caso, mencionado por Emilio Lozoya Austin, como artífice del reparto de sobornos de Odebrecht, en la denuncia que le entregó a la FGR. Se trata de un vínculo no sólo académico, sino profesional. “… El Doctor Luis Videgaray ha sido un ejemplo a seguir a lo largo de los últimos veinte años. Luis fue el presidente de su generación estudiantil en la preparatoria y siguiendo su liderazgo me postulé para dos cargos de representación en la secundaria. Tiempo después seguí su consejo para estudiar simultáneamente las licenciaturas de Derecho y Economía, en la UNAM y el ITAM, lo que ha sido uno de los grandes aciertos de mi vida profesional. Por si esto fuera poco, Luis me ayudó a conseguir mi primer trabajo en la Administración Pública Federal y ha sido un referente de cómo desarrollar con éxito sendas trayectorias en la academia, el sector privado y el servicio público. México gana con funcionarios públicos como Luis Videgaray”.
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El primer cargo en la administración pública lo ocupó de 1997 a 1999 como asesor de Luis Téllez, quien era Secretario de Energía.
En 2012, se convirtió en subsecretario de Hidrocarburos en la misma dependencia, cargo desde el cual también participó en el diseño de la Reforma Energética. En febrero de 2014, fue nombrado director de la CFE, después de la renuncia de Francisco Rojas. Ese año, la empresa otorgó varias licitaciones para gasoductos de gas natural.
Ochoa Reza siempre se mantuvo lejano de los partidos políticos. Lo suyo fue la vida en las aulas, los negocios y el servicio público. Tanto que, en 2016, postulado a dirigir el PRI, se vio obligado a comprobar su militancia con una añeja credencial. El 20 de junio, Manlio Fabio Beltrones anunció su renuncia a la dirigencia de ese partido. Bajo su cargo, el viejo partido había perdido siete de 12 gubernaturas, entre éstas las de cuatro estados en los que había gobernado de forma consecutiva durante 86 años. “Hoy toca hacer una pausa necesaria”, fue una de las frases que usó en su discurso de despedida.
La Comisión Nacional de Procesos Internos decidió que Ochoa Reza fue el único aspirante que cumplió con los requisitos de inscripción para el proceso.
Una de sus primeras actividades fue retar a Andrés Manuel López Obrador, en ese entonces, dirigente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional, a debatir sobre corrupción. Aún vigente en las redes sociales, en un spot sostenía que el presidente de Morena mentía. “Para empezar, su declaración 3de3 es una mentira. No declara ingresos, no paga renta, no posee bienes, ¿de qué vive?”, cuestionaba.
Ochoa Reza no dejó de comprar arte. Entre 2015 y 2016, adquirió otros 19 cuadros. Y no dejó de ocultar su valor ante la consulta ciudadana. Con el negocio de taxis también siguió con los mismos números sin cuadrar. Así dejó estipulado que su flotilla abarca más de 100 renglones.
@Linaloe_RF
* ACLARACIÓN DEL DIPUTADO FEDERAL ENRIQUE OCHOA REZA