EMEEQUIS.– La semana pasada se aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2023. “Nada de discusiones acaloradas, ni de atrasar el reloj legislativo para cumplir con la fecha que marca la Constitución, como se ha observado en años anteriores”, señala Fátima Masse en su colaboración para Opinión 51.
A pesar de las más de 2 mil reservas, el proyecto del PEF se aprobó con pocos cambios.
No obstante, destacó un recorte drástico a organismos autónomos, que se reasignó en su mayoría a gasto social. Con estos cambios, 65 programas sociales acumularán 871 mil 569 millones de pesos, lo que representa un aumento de 19.7% en términos reales, en comparación con lo aprobado para 2022. Es la cifra más alta que se ha visto en los últimos 11 años, apunta Masse, quien es directora de Sociedad Incluyente en el IMCO.
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De acuerdo con información del IMCO, 58.5% de este gasto se concentra en ocho programas considerados como prioritarios: Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, Becas de Educación Básica y Educación Media Superior Benito Juárez, Sembrando Vida, Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente, Jóvenes Construyendo el Futuro, Jóvenes Escribiendo el Futuro y el Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras.
Analiza Masse: “Todos estos programas recibieron incrementos en pesos reales, pero en algunos casos el cambio supera los dos dígitos. Tal es el caso de la Pensión de Adultos Mayores con 36.6%, Sembrando Vida con 20.3% y la Pensión para Personas con Discapacidad con 16.4%”.
¿Esto es una buena noticia para México? se pregunta la economista. La respuesta es que no necesariamente, porque hay algunos riesgos asociados.
¿Mayores recursos para programas sociales significarán beneficios para los que más lo necesitan? La incógnita que apunta Fátima Masse.
Los desafíos son varios, por ejemplo, combatir la pobreza. De acuerdo con el CONEVAL, en 2020, casi 44% de la población se encontraba en situación de pobreza. En ese sentido, estos programas de transferencias monetarias ayudan a compensar el ingreso y por lo tanto sirven para reducir el problema. “Sin embargo, hay que reconocer que el diseño universal de estos programas hace que el presupuesto sea insuficiente para cubrir a todos los posibles beneficiarios y corren el riesgo de no llegar a las familias que más los necesitan”, advierte Masse.
Por otro lado, pareciera que invertir cada vez más en programas sociales desplaza otro tipo de gastos que son fundamentales para mejorar las capacidades productivas de la gente y su bienestar. De lo contrario, ¿cómo se explica una caída real del 25% en el presupuesto destinado para medicamentos? O ¿por qué el presupuesto en educación se mantuvo prácticamente sin cambios, salvo por los recursos destinados a La Escuela Es Nuestra y las becas? Son las dudas que plantea la economista.
Los programas sociales fueron de los grandes ganadores durante el proceso de presupuesto para 2023. Pero ¿estas ganancias se reflejarán en el bienestar de la gente que más lo necesita?, se pregunta en su columna. “No lo sé”.
@emeequis
@Opinion_51
@Fatima_Masse
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