EMEEQUIS.– Una marcha más: una pieza política que avanza hacia adelante en el tablero.
Fue la reacción que ya se volvió ley en la política reciente: la contramarcha. La oposición política avanza por las calles y se hace necesario, por parte del presidente, mover a sus simpatizantes para demostrar quién llena más. Quién tiene más músculo.
Aunque la convocatoria estaba pactada para las 5 PM, tarde en comparación con otras concentraciones, los simpatizantes empezaron a llegar desde distintos puntos de la República desde las primeras horas de la mañana. Con sus muñecos del Peje, con sus pancartas del Peje, con sus consignas del Peje: “Es un honor estar con Obrador”.
La movilización de los distintos contingentes fue rutinaria, pues han sido muchas marchas seguidas a favor de la 4T. La gente de Guardiana, la de Vilchis, la gente de otros personajes del movimiento fue poco a poco hacia el Zócalo de la ciudad al compás de los organilleros.
La plancha del Zócalo, a diferencia de la última marcha (a favor del INE), no reventó de principio a fin. Esto se pudo notar porque aunque las masas de las orillas frenaban el paso, sólo había que buscar un hueco y así se encontraba la plancha. Una plancha que tenía sus partes llenas, pero también sus agujeros. Y un flujo constante de gente que se iba y otro que ingresaban, antes de que la tarde azul cayera y luego la calida noche de la temporada.
Hubo brotes de violencia: quemaron una efigie de Norma Piña.
En el centro, sin problemas para moverse o para respirar, la gente aplaudía cuando el presidente mencionaba a cada estado de la República como asistente y como fuerza de apoyo. Y se aplaudían también las sentencias que recordaban a Lázaro Cárdenas como “uno de los mejores presidentes del país”.
“Así fue, con la expropiación petrolera, se empezaron a devolver bienes que se encontraban en manos extranjeras desde el porfiriato”, recordó López Obrador desde un template que le quedaba a unos pasos de su casa, Palacio Nacional.
Si en la anterior marcha pro AMLO el enemigo era Monreal, en esta se veían los rostros de García Luna, Felipe Calderón y ¿Norma Piña? La presidenta de la Suprema Corte. En ese ambiente repleto de banderas guindas, quien no estaba con el presidente era un traidor a la patria, un vendedor de patrias o parte de la porra. “One, Two, Three, que chingue su madre el PRI”.
Como es costumbre, el presidente tocó todos los temas de su agenda. Mencionó los esfuerzos que se realizaron en el gobierno de Cárdenas para nacionalizar el petróleo frente a los deseos “de la derecha”.
Ese fue el pie para entrar de lleno a las acciones de la Cuarta Transformación. En esta administración “se nacionalizó el litio”, presumió; y recordó que se impulsan obras como el Tren Maya y una relación con Estados Unidos y Canadá que garantiza la protección de la “soberanía nacional del pueblo de México”.
Fue el mismo presidente el que trajo a la mesa uno de los grandes temas de su gobierno. “Cualquiera que resulte ganador en la encuesta de Morena (para la presidencia), aplicará estas acciones a favor de la nación”, dijo en referencia a sus corcholatas. “Cualquiera garantizará la continuidad de las políticas de este gobierno”, afirmó para luego recibir un aplauso de los asistentes, que cada vez eran menos, que cada vez se sentaban más en la plancha, y que tenían encima de sus cabezas el ocaso y las luces del Zócalo.
El presidente se refirió también a los congresistas estadounidenses republicanos “que están acostumbrados a ver la paja en el ojo ajeno”, pues estos han pedido declarar a los narcotraficantes como organizaciones terroristas. AMLO defendió que en su gobierno “de verdad se combate a la delincuencia, organizada y de cuello blanco”. Y que no es lo mismo que con Genaro García Luna y Felipe Calderón Hinojosa.
Todo terminó con el himno nacional. Y un micrófono impersonal que anunció el fin del mitin. Por lo menos para el presidente, porque sus simpatizantes buscaban fotos. Saludaban a Lord Molécula desde detrás de la valla de Palacio. Y se preparaba para el cierre de la tarde.
Un hombre cargó la muñeca, la de Norma Piña. Una muñeca que tenía un objetivo: ser quemada. Los manifestantes golpearon la tela negra que vestía y la insultaban. La llamaban corrupta, cerda, y con un letrero pegado a su cuerpo: vende patrias.
El tipo que la cargaba pidió un encendedor y anunció en varias ocasiones que la iban a prender, en cualquier segundo. Mientras en el fondo se gritaba el nombre del presidente, decidieron que la muñeca que se sostenía con palos tenía que estar en el suelo. Le colocaron periódicos debajo del vestido e inició el fuego mientras le daban zapateados y le gritaban corrupta, durante los últimos minutos de luz del día.
En una plancha cubierta de basura, continuaron las fotos y las despedidas y los regresos a los camiones. Un sábado para la defensa de la Cuarta Transformación. Un día para la conmemoración por la expropiación. Y un momento cumplidor para el apoyo al presidente, Andrés Manuel López Obrador.
@Ciudadelblues
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