Por Salvador Frausto y Osvaldo Anaya
EMEEQUIS.– Una treintañera con paliacate verde camina sobre la banqueta de Avenida Patriotismo, a la altura del Metro San Antonio. Pasan de las 10 de la mañana y trae de la mano a su hija de ocho años. Nadie ocupará el pupitre de esta pequeña durante el 9 de marzo de 2020, el día en que las mexicanas realizaron un paro masivo de actividades.
La huelga colectiva plantea no asistir al trabajo ni a la escuela; los gimnasios, tiendas y centros comerciales también resienten que las mujeres hayan decidido visibilizar con su ausencia las otras tantas ausencias, principalmente las de las víctimas de feminicidio, una epidemia que cobra 10 vidas diarias.
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La señora comenta que van a caminar y caminar, hasta encontrar algún parque. Ahí pasarán algunas horas, antes de buscar un sitio donde comer. La treintañera es recepcionista en una recepción que hoy no atenderá visitas. “No sé consignas, sólo hoy no vamos a hacer nada, que se note que mi hija y yo no vamos a hacer nada”, contesta cuando se le pregunta sobre los motivos que la empujaron a sumarse al paro. La pequeña luce sonriente, acaso orgullosa.
Por la vía de asfalto desfilan pocos coches, muchos menos que ayer y antier y anteayer. Sobre la acera aparecen de vez en vez mujeres con distintivos morados: una blusa, una pañoleta, un suéter. Las ausencias se ven, se sienten, ellas están presentes. Los vacíos gritan lo que antes hemos escuchado en las protestas, como la del domingo 8 de marzo, que congregó a miles de mujeres en distintas plazas del país.
En Plaza Metrópoli Patriotismo también alcanzan a sentirse las faltas. Un puñado de negocios tiene las cortinas abajo. Sobresalen locales atendidos sólo por hombres. Los empleados de Best Buy, Telcel, C&A, Bershka y Urban Store confirman que las trabajadoras de estos sitios están en paro. Susurran entre ellos. Las clientas y clientes escasean. Los pasillos lucen semivacíos. Los típicos murmullos hoy se escuchan apagados, tenues. Alguien parece haberle bajado el volumen a esta plaza comercial.
En esta tienda de mascotas también apoyaron el paro. Foto: Salvador Frausto.
En Bershka decidieron colocar en primera línea, frente a la puerta de entrada, una gama de prendas moradas de distintas tonalidades: un vestido estampado, un suéter y una minifalda. Casi nadie las mira porque hay pocas personas curioseando en Metrópoli. El cajero –único empleado visible– comenta que sólo una mujer decidió ir a trabajar, pero que en ese momento está “allá atrás”.
En el área de comida rápida hay un par de mesas ocupadas. Dos señoras con tres niñas en una; cuatro jóvenes varones en otra. Los puestos son atendidos mayoritariamente por hombres.
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La huelga de brazos caídos también llegó a Petco, donde un letrero da la bienvenida: “Estamos con quienes nos hacen gigantes. #UnDíaSinNosotras”. Ni un alma se asoma en el comercio de mascotas. El paro roció a la tienda, como a la plaza, como a las calles, como a la ciudad.
Y aunque muchas no pudieron parar, las ausencias y el silencio gritan las demandas que no han querido ser escuchadas.
¡PUROS CABALLEROS! ATENDIÓ UN TAXISTA
“¡Puros caballeros!”, dice José Antonio (50), conductor de Cabify, cuando se le pregunta si ha dado servicio a mujeres el día de hoy. Son las tres y media de la tarde en este lunes atípico por el rumbo de Reforma y nunca le había pasado esto: que a media jornada –empezó a las siete de la mañana– no tuviera clientas.
Se ufana que ellas prefieren esta plataforma, pues es más segura. “Nos hacen pruebas psicométricas, antidoping”. De ocho viajes que ha realizado, todos han sido con hombres.
Raymundo Torres es un estudiante da la maestría de biomedicina en el Instituto Politécnico Nacional. Su carrera es muy demandante, a esta hora debería estar estudiando, pero camina despreocupado, con audífonos, por las amplias aceras de Avenida Reforma. ¿La razón? Se salió de clases porque no había ni profesoras ni compañeras.
Raymundo Torres se salió de clases (IPN) porque no había profesoras. Foto: Marco Aguilar.
“Este día ha sido algo distinto, realmente se ven menos mujeres en la calle, el Metro está vacío. Fui a las clases regularmente y… no había nadie. ¡No había nadie!. Solamente éramos hombres y tuve que terminar el día antes, porque no había más personas. No había profesoras, no había alumnas”.
Carlos Humberto Almaraz, quien trabaja por su cuenta, aprovechó el día para pasear al lado de hijo, Humberto, quien asiste a secundaria. Pero no esta vez, porque les dieron el día a todos los alumnos, mujeres y hombres.
Piensan que el hogar es la primera barricada contra el machismo que está latente en cada ataque, cada hostigamiento, cada acoso contra las mujeres. “Creo que es muy importante que desde la casa empiece la educación. Tengo una esposa y una hija, aparte otro hijo y creo que el tema del respeto es fundamental desde la casa”.
Secunda su hijo: “Primero los hombres deben respetar a las mujeres, para que así puedan salir más seguras de sus casas. Y no ver a las mujeres como un objeto”.
Muchos casos de acoso escolar se han ventilado en los medios. En la escuela de Raymundo también sucede: “Sí he sabido de casos en la escuela de acoso y hostigamiento, vaya, el viernes hubo un ‘tendedero’ en la facultad, en donde expusieron a varios profesores que hostigan y acosan a alumnas”.
Que caiga lo que tenga que caer, es la postura de Raymundo para que ya se acabe este clima de violencia machista. “Ya es hora de que las escuchen. Que México arda, que México se caiga hasta que se haga justicia”.
@salvadorfrausto
@AnayaSeconds