EMEEQUIS.- La Ciudad de México, con su bullicio interminable y su manto de concreto extendido hasta el horizonte, no es inmune a las sombras que proyectan las organizaciones criminales. Desde 2017, uno de los grupos más temidos, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha trazado sus primeras rutas en la capital, sigilosamente, dejando apenas indicios al inicio. No obstante, su presencia se ha vuelto un eco constante en los rincones de la ciudad.
Guiados por Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’, los emisarios del CJNG encontraron en el Valle de México una extensión fértil para sus actividades ilícitas. El periodista Antonio Nieto, con su agudo enfoque en temas de seguridad, relata que los primeros pasos del cártel en la metrópoli no fueron tan visibles, aunque sí estratégicos. En Xochimilco y Milpa Alta, territorios lejanos al centro pero no menos importantes, surgieron los primeros rastros de esta expansión.
Poco a poco, el CJNG se infiltró en las arterias de la ciudad, tejiendo alianzas y estableciendo puntos de influencia. Inicialmente, sus actividades no eran tan ambiciosas. Parecían estar en un período de adaptación, colaborando con reos para el control de puntos de venta de droga al menudeo. Sin embargo, su propósito iba más allá: querían hacerse con el control del lavado de dinero y el narcotráfico a gran escala en la capital.
En 2018, la primera advertencia resonó. Juan Carlos Acosta, entonces alcalde de Xochimilco, denunció amenazas del CJNG ante la Fiscalía General de Justicia. Era un grito de alerta, una señal de que el cártel avanzaba en su objetivo. Dos años después, el grupo contaba con el conocimiento y las alianzas estratégicas necesarias para afianzarse en el territorio.
El 26 de junio de 2020, el atentado contra Omar García Harfuch, entonces jefe de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, sacudió a la ciudad. El ataque, minuciosamente planeado y ejecutado, mostraba la capacidad operativa del CJNG. La organización, en esa ocasión, unió fuerzas con La Unión Tepito, el Cártel de Tláhuac y el Grupo ACME, uniendo a actores clave del submundo capitalino en una alianza momentánea para asegurar sus propios intereses.
Este no sería su único movimiento. Con el paso del tiempo, expandieron sus operaciones hacia otras zonas estratégicas: Tláhuac, Gustavo A. Madero, Coyoacán e Iztapalapa. En las sombras, el CJNG llegó a un acuerdo con la Anti-unión Tepito para enfrentarse a la Unión Tepito, un conflicto entre grupos rivales que también sugiere su posible presencia en Venustiano Carranza.
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Mientras tanto, en el Estado de México, se les ha vinculado a delitos de extorsión, una actividad que complementa sus operaciones en la metrópoli y que confirma su consolidación en zonas vecinas. Nieto se pregunta por qué no irrumpieron antes en la capital. Quizá, sugiere, han encontrado un panorama favorable, donde sicarios y drogas llegan desde fuera, y los pactos con grupos locales les otorgan el poder de ser jugadores fuertes en el “juego chilango”. (Con información de Infobae)
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