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La batalla apenas empieza: la “Pareja Imperial” de Cuauhtémoc va contra Sandra Cuevas

La alcaldesa de Cuauhtémoc enfrentará fuego cruzado en su administración: por una parte, la estructura clientelar herencia del clan Bejarano-Padierna, además de amenazas del crimen organizado. El politólogo Víctor Alarcón analiza su entorno.

10 / 19 / 21

EMEEQUIS.– La batalla entre Sandra Cuevas Nieves, alcaldesa de Cuauhtémoc, y el clan Bejarano-Padierna, que domina gran parte de la estructuras clientelares de la demarcación, apenas ha comenzado. 

El campanazo que marcó el inicio del combate fue el arranque mismo de la nueva administración. Los primeros movimientos ya se advierten. Apenas esta semana, Cuevas Nieves denunció amenazas del grupo delictivo conocido como Unión Tepito, al que se ha llegado a vincular en reportes de prensa con el clan encabezado por el llamado “Señor de las Ligas”, René Bejarano, y por su esposa, la exlideresa magisterial y gestora de vivienda, Dolores Padierna.

“Celebro haber sido yo quien ganara el corazón de México al imperio de corrupción: Padierna-Bejarano. A mí jamás me encontrarán un video amarrando dinero con ligas, ni propiedades, ni millones en el banco. No me asustan ni me achican, soy una mujer íntegra,y con carácter”, dijo Cuevas unas semanas después de su triunfo electoral.

Pero más allá de las presunciones sobre vínculos de “La pareja imperial de la Cuauhtémoc”  –como se conoce también al matrimonio Bejarano-Padierna– con La Unión Tepito, Sandra Cuevas podría tener en su escenario inmediato una batalla a fuego cruzado con ambas organizaciones.

Así lo vislumbra el politólogo Víctor Alarcón Olguín, doctor en ciencias sociales con especialidad en procesos políticos por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y maestro en gobierno por la Universidad de Notre Dame.

En entrevista con EMEEQUIS, Alarcón explica que Cuevas podría tener presiones institucionales y/o criminales. En ambos casos podría acabar enfrentando presiones de orden presupuestal, castigo en la asignación de recursos, obras, etcétera, “para obligar a la alcaldesa a que baje su tono”.

 Y por otro, tendría que enfrentar al grupo delictivo, quizá con acuerdos, replegándose, o enfrentándose “a punta de operativos, caiga quien caiga, y poniendo a la Cuauhtémoc en llamas, un escenario muy complicado porque (la demarcación) es además sede de los poderes y ahí entraría entonces el gobierno de Claudia Sheinbaum y el federal”.

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En ambos casos, explica el también Alarcón Olguín, meterían al gobierno de la alcaldesa en una dinámica de “inestabilidad”. 

Sandra Cuevas, alcaldesa de Cuauhtémoc, en una reunión con comerciantes del Mercada de Martínez de la Torre. Foto: Andrea Murcia / Cuartoscuro.com.

¿LA CUAUHTÉMOC EN LLAMAS?

Apenas el lunes pasado, la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, denunció ser objeto de amenazas por parte del grupo delictivo conocido como La Unión Tepito, presiones que presuntamente habían sido azuzadas “por una diputada federal de Morena”, de quien no dio el nombre.

“El grupo de Morena aún no aprende a perder, pretenden ser muy listos, principalmente una de sus diputadas federales, (que) me pone a alguno de sus muchachos. Ella sí está vinculada al grupo de La Unión y manda a sus muchachos, a que caminen por donde yo estoy caminando”, acusó Cuevas Nieves.

Al respecto, Víctor Alarcón, quien además es autor de “Elecciones y sistemas de representación en el Distrito Federal (1988-2012)”, recordó que en 2015 el entonces delegado de esa demarcación, Ricardo Monreal, protagonizó una situación aproximada:

“Monreal  también denunció presiones de la Unión Tepito, que le habían mandado dinero y lo estaban sobornando para seguir operando, como buscando el acuerdo económico, y Monreal salió a la denuncia pública. Me parece que lo que está haciendo la alcaldesa es un poco parecido, un control de crisis para tratar de ganar un poco espacio entre la opinión pública”.

En opinión del académico, Cuevas enfrentará una disyuntiva. Una opción que tiene es “generar un movimiento de aceptación que de alguna manera la pueda vacunar frente a las presiones, cómo lo hizo Monreal, en su momento, para obtener un espacio y así poder replegar a estas organizaciones, como parte del estira y afloja, o un acuerdo de un manera menos pública como ocurrió en el caso de Monreal: el silencio es un sinónimo de que se alcanzó un acuerdo”. Aunque admite que crear una base semejante no es cosa de dos días. 

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La otra, señala, consistiría en que Cuevas “los enfrente abiertamente, a punta de operativo,s por ejemplo, que en su momento pondrían a la alcaldía en llamas, porque va a ser un combate caiga quien caiga, en un escenario muy complicado, utilizando su propia fuerza pública para mantener a raya al grupo criminal, literalmente estaríamos hablando de una guerra, o sea una solución tú por tú con estos grupos”.

Pero, ¿la eventual guerra de la Unión Tepito sería la guerra de los Bejarano-Padierna contra el gobierno de Sandra Cuevas? 

Víctor Alarcón, que además es ex presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales y ha sido miembro del Sistema Nacional de Investigadores, prefiere dejar la identificación del clan Bejarano-Padierna con la Unión Tepito en el terreno de la presunción y marca los límites entre una lucha y otra: 

“Siendo ellos actores civiles uno supone que solamente su capacidad se mostraría en  los elementos de movilización del conjunto de colonos, de organizaciones afines a ellos, con cierto poder financiero, cierto poder de manifestación, una lucha más convencional: en medios, a través de protestas, y en ese caso a lo mejor el uso de la fuerza pública a manos de la alcaldesa sí puedes lidiar con una manifestación”, explica Alarcón. 

Esa sería una lucha más pareja, dice Alarcón, y contrasta: “No es lo mismo lidiar contra una organización como la Unión Tepito que te puede hacer hasta un atentado terrorista, que te puede quemar 10 camiones, poner ‘patas arriba toda la ciudad’, porque ahí (en Cuauhtémoc) tienes las sedes de los poderes, ahí ya hay otra lógica, ahí sería una lucha más desigual para Sandra Cuevas, porque implica dificultades con el gobierno de la ciudad, que entrarían en una dinámica de desaprobar, incluso condicionar o presionar a la alcaldesa para que bajara el tono de su política”.

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Presiones que podrían consistir en cuestiones presupuestarias como castigo en la asignación de recursos, de obras, etcétera. Pero lo cierto, conviene Alarcón, es que también podría tener la alcaldesa presiones semejantes en el primer caso, “para meter ruido e inestabilidad” al gobierno local. 

Lo cierto es que las especulaciones sobre la relación entre la Unión Tepito y  los Bejarano-Padierna han sido insistentes durante el sexenio actual. Ya desde hace algunos años se especulaba sobre dicho vínculo, entre otros detalles por el caldo de cultivo que representan los grupos clientelares controlados por el clan.

Pero las presunciones se multiplicaron después de que, en octubre de 2019, el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, sobrino de Dolores, conocido por la dureza de sus sentencias, ordenara la liberación de 17 detenidos en un operativo con La Unión Tepito. El mismo juzgador que cumplió el anhelo del clan Bejarano-Padierna de llevar a prisión a Rosario Robles, la exjefa del gobierno de la Ciudad de México,

La necesidad de un juez en la familia la habían comprendido años atrás, cuando los llamados “videoescándalos” revelaron la perniciosa relación entre el empresario Carlos Ahumada y distinguidos miembros del obradorismo, encabezados por el mismísimo René Bejarano, operador principal de AMLO desde ese entonces.

Dolores Padierna y René Bejarano en una reunión en 2019 del Movimiento Nacional por la Esperanza. Foto: Cuartoscuro.com.

LA PAREJA IMPERIAL DE LA CUAUHTÉMOC

Ya en 2005, de acuerdo con investigaciones de prensa, Nueva Izquierda controlaba alrededor de 100 mil vendedores ambulantes en 9 demarcaciones, pero se amplió a grupos de taxistas, colonos, demandantes de vivienda y grupos anclados a los programas sociales implementados por el gobierno de AMLO en la CDMX.

Bejarano y Padierna se empoderaron a partir de los movimientos vecinales surgidos a raíz de 1985. Profesores ambos, fortalecieron a la par sus respectivos liderazgos al interior de la disidencia del sindicalismo magisterial capitalino, pero sobre todo se convirtieron en gestores de vivienda, lo que fueron los cimientos de una poderosa red clientelar que abarcaría después diversos órdenes.

Simultáneamente se sumaron al movimiento político de Cuauhtémoc Cárdenas en 1998 y sobre todo a la corriente liderada por Andrés Manuel López Obrador, primero a partir de 1997, cuando el tabasqueño dirige el comité nacional del PRD, y después en 2000, forman parte del círculo compacto que llega con el de Macuspana a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Fue entonces cuando Bejarano se convirtió en el principal operador político de López Obrador. Las estructuras clientelares quedaron a encargo de líderes intermedios, algunos de ellos, familiares.

Por ejemplo, Ana María Padierna Luna y Antonio Padierna Luna, hermanos de la fundadora de Nueva Tenochtitlan, se encargaban de grupos de ambulantes en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Al cabo, el poder de la pareja Bejarano-Padierna se multiplicaría en control de posiciones políticas, partidistas, burocráticas, administrativas. Aunque su desarrollo más visible ha sido en posiciones legislativas. 

El exlíder de la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), de la Coordinadora Única de Damnificados del Sismo de 1985, y dirigente de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN), René Bejarano Martínez, sólo ha sido diputado federal una vez. Pero también formó parte de la asamblea capitalina, justo la etapa en que fue exhibido embolsándose dinero en las oficinas del Grupo Quart de Carlos Ahumada.

Elio Ramón Bejarano, al igual que su hermano, fue asambleísta. La esposa de René, Dolores Padierna Luna, que ha sido ya cuatro tres veces diputada federal (1997-2000, 2003-06. 2018-2021)  y senadora (2012-18), igualmente fue legisladora local (1994-97). Cuando ella dejó su banco en Donceles, entró al relevo su hermano, Antonio Padierna Luna, cuñado de René, que fue reelecto para la VI Legislatura (2012-15) de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).

La familia gobernó ya la demarcación Cuauhtémoc, que condujo Dolores (2000-03). En 2015 el que contendió para gobernar Azcapotzalco fue Antonio por el PRD. Ganó Pablo Moctezuma Barragán (Morena). Parecía una competencia interna del obradorismo. 

El académico Víctor Alarcón Olguín señala que el clan Bejarano-Padierna viene trabajando desde hace décadas en la zona. Foto: Especial.

“Estamos hablando de un proceso de casi 35 años, venían trabajando desde el movimiento urbano popular, con las organizaciones asociadas con la lucha por la vivienda, origen básico de esta red de poder, (así) se colocaron dentro de lo que se llama ‘izquierda social’, la ´izquierda vecinal’, generan vínculos entonces, creo, con el actual secretario de Gobierno, Martí Batres, construyen también a  partir de su expresión pública la  Izquierda Democrática Nacional, nombre de la tribu con las que con las que ellos trabajaron en su momento, y después ya pasan a la etapa del vínculo con López Obrador”, resume Víctor Alarcón.

Explica que después del escándalo del financiamiento de actividades políticas por parte del empresario Carlos Ahumada a cambio de contratos con las estructuras públicas en manos de obradoristas en la capital, Bejarano debió bajar el perfil e incluso salir del país.

“Dolores Padierna tuvo que cargar entonces con la supervivencia de esta corriente –indica Alarcón Olguín. Después, poco a poco, retomaron esos espacios, que nunca dejaron de tener pero que tuvieron que bajar de perfil. Con la reactivación del Movimiento por la Esperanza, que formaron una vez que tuvieron que salir del PRD, se reorganizaron, y eso les permitió un “reenchufamiento” a través de sus vínculos con López Obrador”. 

LA ESPERANZA DE LOS BEJARANO-PADIERNA, CUMPLIDA

Pero el repunte del movimiento obradorista durante los años del peñismo, relanzó la carrera de René Bejarano. La opinión pública parece no haberle perdonado jamás el episodio de los fajos de dinero recibidos, presuntamente, para operación política a cambio de contratos de obra en las demarcaciones que entonces controlaba el PRD. Una especie de caso Odebrecht pero a nivel Ciudad de México.

Tampoco hubo demasiada comprensión para la ostentación de buena vida del clan, como la difusión de sus viajes a Nueva York, donde fueron videograbados abordando un helicóptero en renta.

Pero López Obrador sí lo perdonó. De hecho, después de que salió de prisión, Bejarano siguió operando para el PRD en procesos electorales, no sólo en la capital del país, sino incluso en otras entidades, señaladamente en comicios del Estado de México. 

Para 2014, cuando Obrador fundó Morena, todavía como corriente interna del PRD, Bejarano estaba en el centro de las decisiones del grupo que se haría con la presidencia de la República en 2018.

Bejarano había fundado un “Movimiento por la esperanza” en 2008, alejado formalmente de López Obrador, al cual manejó el exdiputado capitalino con cierta discreción hasta mediados del sexenio pasado. Pero ya en la campaña presidencial obradorista fue más ostensible la operación bejaranista en Morena. Y el arribo de AMLO al poder terminó de redimir al personaje.

El mote cambió por Movimiento Nacional por la Esperanza, ya como organización de Morena. Asumieron la defensa de los “valores de la Cuarta Transformación”, es decir, del gobierno de AMLO. 

Además, tendrían la función de vigilar los programas sociales, con una estructura paralela de vicecoordinadores estatales y de 300 coordinaciones territoriales.

Para 2020, antes de la elección intermedia, dicho movimiento estaba armando sus estructuras a partir de la venta de abarrotes a precios bajos. Recorrían la CDMX en camionetas tipo van, con el logo de “Nueva Esperanza”, mientras el perifoneo anunciaba:  “Movimiento Nueva Esperanza le trae arroz, frijol, azúcar, aceite, sal, sopa y latas de atún”. A cambio pedían la dirección, el número telefónico y una foto de los compradores, quienes además debían responder si pertenecen a un partido político.

Volvieron las asambleas masivas, los tumultos, los aplausos, los brazos extendidos, las fotografías… Con todo, en junio les ganaron en su propia cancha. Al menos en términos electorales.

@estedavid

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