EMEEQUIS.– Un juez de Durango hace magia y convierte al agresor en víctima. El pasado sábado 30 de abril, en el CE.RE.SO No. 1 del Estado de Durango, en la audiencia de continuidad del martes 26, se cometió “un acto atroz” en contra de Mónica Peyro, su hermano Óscar, y sus hijas, describe la columnista de Opinión 51, Yohali Reséndiz.
Hace dos años, Peyro denunció penalmente al padre de sus hijas y exesposo por abuso sexual y violación contra sus hijas. Pero la historia se tornó a la inversa: el juez determinó que Mónica y su hermano Óscar abusaron de su puesto “de poder” para ejercer violencia psicológica intencional (a través de sus tuits y publicaciones en Facebook, desde donde exigen justicia y un proceso apegado a derecho) no sólo en contra del padre de las menores, Mauricio Esteban Gorjón Ruiz, sino también de las menores hijas de Mónica y sobrinas de Óscar al exigir justicia.
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Pese a las pruebas y testimonios de las menores, el juez determinó que se ejerció violencia psicológica sobre el acusado.
“El juez decidió que la perspectiva de género debía proteger al agresor”, describe Reséndiz. Decidió vincular a Mayra y Óscar sin datos de prueba, por supuestamente ejercer violencia psicológica contra el denunciado.
Sin embargo, para el juicio del padre acusado, en las denuncias penales por abuso y violación, el dicho de las niñas no se consideró evidencia, ni las pruebas de valoraciones psicológicas que informan rasgos compatibles con violencia sexual infantil y un hallazgo médico.
Yohali Reséndiz explica la contradicción: “El dicho de las niñas al señalar violencia sexual infantil en contra de su padre no tuvo valor probatorio, a pesar de las pruebas plenas, pero el dicho del denunciado sí, aunque no existieran pruebas plenas. Ahí sí hubo discriminación por edad y por ser niñas ¿o es que su voz no cuenta, pero la voz de su agresor sí?”, crítica.
“No fue un juicio oral”, le confió a la columnista un asistente de la audiencia. Foto: Opinión 51.
De “inaudito e increíble” calificaron los asistentes lo que ocurrió en la audiencia del 30 de abril, informa Yohali Reséndiz. Comenta que, “por un lado la ministerio público María Dolores Saucedo Esquivel, procesó un delito bajo la guía y orden de los abogados del agresor, Carlos Badillo y Carmen Aldama y, por otro lado, el juez José Luis Carrillo Rodríguez, se ganó el señalamiento de ser un funcionario servil, pues obedece a sus superiores con tal de congraciarse con ellos”.
“No fue un juicio oral”, le confió a la columnista un asistente de la audiencia, quien prefirió mantenerse en el anonimato por miedo a las represalias que el gobernador José Rosas Aispuro pudiera tomar en su contra.
Todo lo anterior, según reporta Reséndiz, se dio en presencia de observadores por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, medios locales y simpatizantes de la causa #JusticiaParaLasNiñasDgo.
Reséndiz sentencia en su columna: “Es un crimen del Estado contra Mónica Peyro, que por exigir justicia a través de redes sociales para sus hijas proceda a esta vinculación a proceso, pues es un antecedente que pone en riesgo a todo aquel que al no acceder a la justicia se anime a hacer una denuncia pública. Justo la exposición en redes y medios de comunicación social se dio por no tener acceso a la justicia y al debido proceso”.
La columnista cuenta que al final de la audiencia, “la valiente” Mónica se acercó al juez Carrillo para reclamarle: “me avergüenza… me duele en el alma su resolución en contra de mis hijas porque lo que usted hizo no fue protegerlas, fue vulnerarlas, ¿cómo se atreve?”.
“La exigencia social que hago no es en mi nombre, es en nombre de mis niñas, porque así ellas lo piden, ellas quieren que acabe esto y no volver a ver a su papá. Usted no las ve por las noches con terror. Usted no las ve revisando la casa explicando que lo hacen para ver si es posible que entre su papá y nos haga daño a las tres. Usted no las ve vivir con miedo, salir a disfrutar de un helado y que no puedan hacerlo porque temen que su papá se aparezca. Usted está protegiendo al criminal agresor de mis niñas”, reclamó la madre al juez.
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