EMEEQUIS.– En las remotas y escarpadas montañas de Sinaloa, donde la niebla se mezcla con el eco de disparos, un nuevo tipo de poder emerge en la oscuridad. Las organizaciones criminales han comenzado a adoptar tecnologías que, hasta hace poco, parecían fuera de su alcance, llevando su capacidad operativa a niveles nunca antes imaginados. En el centro de esta transformación se encuentra Starlink, el ambicioso proyecto de internet satelital de SpaceX, fundado por Elon Musk.
Starlink promete proporcionar conexión a internet en casi cualquier rincón del planeta, incluso en las áreas más aisladas y rurales. Esta red se compone de miles de satélites que orbitan a baja altitud, creando una malla de cobertura global. Pero, en manos equivocadas, esta innovación puede convertirse en un arma de doble filo.
Desde el 9 de septiembre, la violencia entre facciones rivales del narcotráfico, como Los Chapitos y La Mayiza, ha escalado drásticamente, desatando un clima de terror en las comunidades locales. Durante un enfrentamiento en Monte Verde, Culiacán, la Guardia Nacional fue atacada por un comando armado. Aunque los agresores lograron escapar, el personal militar hizo un descubrimiento inquietante: encontraron dos camionetas con el motor encendido, repletas de armamento y equipamiento.
Entre este arsenal se hallaron seis rifles de asalto, 14 artefactos explosivos, un dron de vigilancia, un lanzagranadas, ponchallantas y, lo más sorprendente, una antena satelital que, según informes del periodista independiente Luis Chaparro, estaba asociada al sistema Starlink. Este hallazgo no solo revela la sofisticación de los grupos criminales, sino que plantea serias preguntas sobre cómo la tecnología puede ser utilizada para coordinar y ejecutar operaciones delictivas.
El uso de una antena Starlink les permite comunicarse y obtener información en tiempo real, lo que les brinda una ventaja táctica sobre las autoridades. En octubre de 2023, un video que circuló en redes sociales mostró a hombres encapuchados en una zona serrana, rodeados de camionetas, utilizando un dispositivo similar a la antena satelital. La imagen, captada en un entorno de vigilancia, ilustra cómo estos cárteles han integrado la tecnología moderna en su modus operandi.
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La conexión a Starlink ofrece a los narcotraficantes la posibilidad de establecer un sistema de comunicación seguro, incluso en áreas donde la señal celular es débil o inexistente. Esto les permite coordinar movimientos, planificar ataques y mantenerse un paso adelante de las fuerzas del orden. Mientras la tecnología avanza, el crimen organizado se adapta y evoluciona, fusionando la violencia con la conectividad.
Starlink, que se presenta como una solución para llevar internet a los rincones más olvidados del mundo, se convierte en un aliado inesperado para quienes operan en la ilegalidad. Esta dualidad plantea un desafío monumental para las autoridades, que deben lidiar con un enemigo que no solo está armado, sino que también tiene acceso a un vasto sistema tecnológico que les permite comunicarse y operar con una precisión alarmante.
El fenómeno de la violencia narcotraficante en Sinaloa no es solo un conflicto entre bandas rivales; es una batalla donde la tecnología y la criminalidad se entrelazan de manera compleja. La presencia de Starlink en este oscuro paisaje subraya la necesidad de nuevas estrategias en la lucha contra el crimen organizado. ¿Cómo pueden las fuerzas de seguridad anticiparse a movimientos coordinados a través de redes que están diseñadas para ser invisibles? La respuesta a esta pregunta puede definir el futuro de la seguridad en México y el rumbo de una guerra que parece lejos de terminar.
@emeequis