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La pandemia de la anarquía. Nuevo Orden o el miedo al descontento social

En Nuevo Orden, Michel Franco conjuga dos realidades que estallan en una sola. Mientras transcurre una boda opulenta, afuera hay manifestaciones que aterrorizan a quienes temen perder sus privilegios. Diego Boneta sorprende en un papel serio. ANÁLISIS DE JOSELO RUEDA.

Por Emequis
9 / 20 / 20

EMEEQUIS.– La semana pasada el director mexicano Michel Franco se erigió con dos premios en el Festival de Cine de Venecia: el Gran Premio del Jurado y el Leoncino de Oro que entrega el Jurado Joven. Franco entra así a la corta lista de mexicanos ganadores en el evento italiano. Anteriormente Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón recibieron el León de Plata, máxima distinción del certamen.

Los temas que toca Franco no son cómodos. Con un discurso directo y crudo, expone los contrastes de la desigual sociedad mexicana. Nuevo Orden, su sexto largometraje, devela los progresos y madurez del realizador, quien siempre ha empleado una narrativa contemplativa. Sin duda esta es su mejor entrega y trabajo más completo: desde un guión bien construido, hasta una dirección de actores y trazo escénico formidable. 

La tensión de la trama, las vueltas de tuerca y las sorpresas no dejan espacio en el desarrollo de la historia. El inicio es directo y expone dos realidades paralelas: estallan manifestaciones populares al tiempo que una boda de clase privilegiada se lleva a cabo en un suntuoso barrio. Después, Franco hace un largo retrato de la fiesta, la buena vida, el lujo. Se toma su tiempo para que el espectador tenga la inquietud de preguntarse qué sucederá. Las líneas narrativas se van trazando al descubrir a los trabajadores tras el convite. Meseros comiendo en la cocina, una fiel ama de llaves, los guardaespaldas afuera del evento. Y la irrupción de un extrabajador de la poderosa familia, quien tiene un apuro por su esposa enferma y necesita dinero para una operación.

Michel Franco no es claro sobre la ideología de las protestas que suceden afuera de los muros de la fiesta de los acaudalados. Se sabe que son efectuadas por el pueblo descontento, por los menos favorecidos. Solo podemos suponer que se trata de una lucha de clases. Pero deja de lado el referente político específico, que se infiere. Franco incluso tuvo el cuidado de escoger un color alejado del rojo bolchevique y en su lugar los manifestantes usan un verde esperanza. En los momentos climáticos de la cinta destacan las pintas claras de la inconformidad. “Pinches ricos”, se alcanza a leer en una pared. Pero la frialdad de la historia sube de tono y las protestas se vuelven cada vez más violentas. No solo en las calles. En separos clandestinos, el ejército aprovecha la revuelta para secuestrar civiles. 

Diego Boneta es uno de los protagonistas de esta película, la cual entrelaza varias historias. El jovenazo es muy conocido en el mercado latino por su encarnación de Luis Miguel en la serie homónima. Las mujeres recordarán el trasero del actor más que su actuación. No obstante, también en Nuevo Orden realiza un destacado trabajo. Al lado de intérpretes consagrados como Mónica del Carmen (Año bisiesto, Michael Rowe, 2010) y Lisa Owen, Boneta aporta muy buena presencia y muestra tablas.

El filme, de próximo estreno (15 de octubre), logra, con poco, lo que otras producciones contemporáneas no alcanzan a recrear. La boda, las manifestaciones, las secuencias en calles proletarias, las jaulas ilegales de los militares. No es una producción suntuosa, pero aprovecha al máximo los recursos con exquisitez en el movimiento escénico, con el encuadre y movimiento adecuados. Producciones actuales que pretenden mostrar movilizaciones sociales no han podido retratar escenas similares con éxito. Basta citar la serie La jauría (Lucía Puenzo, 2020), donde el intento de representar manifestaciones e inconformidad social falla totalmente. Existen realizadores que se equiparan a lo logrado por Franco en el aprovechamiento de sus recursos y pueden narrar con solvencia. En este caso podemos recordar al también mexicano Sebastián del Amo, quien en su opera prima, El fantástico mundo de Juan Orol (2012), consigue retratar al México de los años 40 con muy pocos elementos.

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Nuevo Orden grita anarquía por todos lados. Genera el miedo e inquietud del cine de zombies y de pandemias. Un zombie es un símil del temor al otro. Franco baja el apocalipsis zombie a un temor posible: la desestabilización del statu quo. Al miedo real de que la inconformidad tome las calles y esto se convierta en tierra de nadie. A la reacción de quienes miran en estos días la toma de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) mientras entre dientes pronuncian “así no”. A quienes tiemblan persignándose y descalifican las protestas de las personas que han sufrido pérdidas y no han sido escuchadas. Franco se anticipa y muestra a una turba inconforme y amorfa saqueando las pertenencias de la casa de la fiesta. Algunos con placer y con sonrisillas de fauno, de personajes sacados de las cintas de Buñuel, en un festín de saqueo.

De las películas más recientes que tocan el tema de la arenga incendiaria, podemos recordar Un mundo maravilloso (Luis Estrada, 2006), donde Juan Pérez (Damián Alcázar) nos conmina a quemar todo en un llamado a la rebelión. Pero la propuesta de Estrada se raja en el último tercio y desinfla a su personaje y su revolución. Nuevo Orden nos recuerda un poco a la cruda violencia de Los bastardos (Amat Escalante, 2008). Rodrigó Plá intentó con La zona (2007) un retrato similar de confrontación violenta entre dos clases sociales divididas por un muro, pero también termina renunciando a los ideales y a la anarquía.

Justo en tiempos de miedo global, cuando aún estamos en medio de una pandemia, Franco propone una peste más letal: la toma de conciencia. Para el director, todo va a estar bien hasta que esté mal. La historia no es condescendiente ni busca consolar al público. Al estilo de Michael Haneke o de Lars Von Trier, y con la misma potencia, Franco deja en el desahucio y en el desamparo al espectador. Hace uso de la crueldad narrativa y del destino de los personajes para despertar fibras y conciencia. Justo tiempos del Covid-19, cuando nos cayó el chahuistle, la cinta nos recuerda que hay cosas peores, muchas desigualdades y pendientes de la humanidad.

Nuevo Orden. Largometraje ficción. Por estrenar. Dirige Michel Franco. Producen Francia-México. 78 minutos.

@CabezaFilms

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