EMEEQUIS-. En el norte del país, a finales de los 80s una banda criminal encendió todas las alarmas al grado de causar problemas diplomáticos con Estados Unidos, pero encontró su fin en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México.
Los Narcosatánicos habían cometido el error de llamar la atención del gobierno estadounidense al matar a un estudiante texano ejemplar.
Adolfo de Jesús Constanzo, conocido como “El Padrino”, lideraba al grupo de los Narcosatánicos, quienes practicaban el culto africano Palo Mayombe. Dentro de sus rituales incluía el sacrificio de animales como gallinas negras pero la violencia pronto escaló y el sacrificio empezó a ser de personas, en su mayoría hombres jóvenes a los que el líder de la banda previamente violaba y torturaba.
El final de los Narcosatánicos inició cuando el culto asesinó a un joven estadounidense y el gobierno de los Estados Unidos solicitó su captura. Las autoridades mexicanas comenzaron a seguirlos hasta que el 5 de mayo de 1989 se enfrentaron a balazos en el número 19 de Río Sena, colonia Cuauhtémoc.
El enfrentamiento ocurrió entre los policías y los Narcosatánicos cobrando la vida de Adolfo de Jesús Constanzo “El Padrino” y su colaborador y amante, Martín Quintana. “La madrina”; Sara Aldrete, Omar Orea y Álvaro de León Valdez apodado “El Duby” fueron detenidos.
Imágenes difundidas por las autoridades. (Archivo)
Mediante Twitter la periodista Laura Sánchez Ley, quien tan bien es autora de Mentira Histórica. Caso Colosio, lanzó algunos avances sobre su investigación, la cual está disponible en la plataforma Podimo. El reportaje forma parte del proyecto Archivero, en el que Sánchez Ley se dedica a desclasificar y ordenar los archivos que el gobierno mantuvo como secretos.
EL MISMÍSIMO DIABLO LO PROTEGÍA
De acuerdo con la información recabada por la autora, Álvaro de León Valdez, “El Duby”, afirma que fue protegido por el mismo diablo, quien le aseguró que estaría protegido contra “balas enemigas” y podría caminar con libertad por todo Matamoros. El diablo lo protegió y unió a su “infierno” después de que “El Duby” asesinara a dos personas afuera de un bar.
Tras cometer el crimen, Álvaro corrió a solicitarle ayuda a su jefe, Helio Hernández, quien no dudó en recomendarlo con el mismo hombre que en un pasado lo había salvado de problemas semejantes: se trataba de Adolfo de Jesús, “El Padrino”.
Adolfo Constanzo, “El Padrino”, líder de los Narcosatánicos. (Archivo)
Sánchez Ley menciona que “El rito de iniciación. “El Padrino” acercó una pequeña navaja con la que hizo un corte finísimo a lo largo de los brazos y la espalda, algo que en el ámbito de la brujería se conoce como “el rayado”. Y eso fue todo. ‘Ya está arreglado. Puedes andar libremente’, le aseguró a Álvaro.
Semanas después Álvaro confió plenamente en lo realizado por “El Padrino” pues regresó a Matamoros, visitó a su familia e incluso paseó por la frontera sin que ningún policía lo detuviera. “El Duby” pronto se hizo un gran seguidor del culto y pasó de presenciar sacrificios de gallinas a sacrificios humanos. Sánchez Ley también documentó como estos sacrificios solían ser de hombres jóvenes a los que previamente “El Padrino” violaba y torturaba.
“El Duby” también recuerda que estuvo presente el día que torturaron y asesinaron a Mark Kilroy, estudiante de Texas. De acuerdo con “El Padrino”, se trataba de un capricho del diablo. El sacrificio de Mark Kilroy fue el inicio del fin de los Narcosatánicos, quienes llamaron la atención del gobierno estadounidense y empezaron a solicitar su captura.
El estudiante Mark Kilroy. (@LauraSanchezLey)
Sánchez Ley describe el asesinato del texano de la siguiente manera “Lo empezaron a torturar en sus cinco sentidos, cortando primeramente una oreja con un cuchillo, lo cual realizó Adolfo, y enseguida con el cuchillo estuvo picándole las piernas, atravesándolas varias veces para que se desangrara”.
Dentro de su ritual de sacrificio, “El Padrino” aprovechó para sacrificar a 12 narcomenudistas que le debían dinero por el tráfico de droga. “Todos en una casita en el rancho Santa Elena. Ahí, 13 personas quedaron sepultadas bajo la tierra de árido lugar”.
Imágenes difundidas por las autoridades del rancho Santa Elena. (Archivo)
El día que los encontraron, “El Padrino” quemó aproximadamente 21 mil dólares y le solicitó a sus amantes que lo mataran pero ninguno quiso, así que le entregó el arma a “El Duby” y lo amenazó, “—¡Mátame! — ordenó, pero “El Duby” se negó. Adolfo lo golpeó, lo sostuvo de la cara y lo abofeteó— Si no lo haces, nos vamos a ver en el infierno y te va a ir peor —alcanzó a decir amenazante.
Constanzo ordenó quemar 21 mil dólares cuando inició el tiroteo en la Cuauhtémoc. (@LauraSanchezLey)
Álvaro siguió órdenes y mató a “El Padrino”, después con un trapo blanco, rompiendo el pacto de matarse todos si llegaban a ser detenidos, se entregó a las autoridades. Desde ese momento, Álvaro ha estado recluido en varias cárceles mexicanas donde su padrino, asegura, aún lo visita y platica con él.
Después de casi 35 años de lo ocurrido los Narcosatánicos vuelven a ser polémica tras los documentos considerados “clasificados” y obtenidos por la periodista Laura Sánchez Ley. La autora expone su investigación completa a través de la plataforma para podcast Podimo.
LA HISTORIA DE LOS NARCOSATÁNICOS
Adolfo de Jesús Constanzo nació el 1 de noviembre de 1962. Para los miembros de su culto era conocido como “El Padrino”, aunque para el resto mundo sería identificado como un narcotraficante, asesino serial y líder de un culto bautizado por los medios de comunicación como “Los Narcosatánicos”.
Dirigió la organización criminal junto con Sara Aldrete, conocida como “La Madrina”.
Sus crímenes fueron tan escandalosos que inspiraron desde una canción de una banda de metal japonés (entre varios grupos musicales) hasta documentales de Discovery Channel, así como una película protagonizada por Martha Higareda.
El culto se involucró en una serie de asesinatos y sacrificios ritualistas en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, al norte de México.
Su crimen más conocido fue el de Mark Kilroy, un estudiante estadounidense asesinado en Matamoros en 1989.
Constanzo convenció a sus seguidores de que al tomar una bebida o pócima de un caldo con partes humanas podrían ser invisibles e invencibles.
EL ÚLTIMO TIROTEO EN LA CDMX
El desenlace ocurrió en mayo de 1989 en la colonia Cuauhtémoc del entonces Distrito Federal, en un departamento en la calle Río Sena, donde la policía fue recibida con disparos de armas de fuego.
Algunos de los criminales trataron de huir caminando, casualmente, al lado de los policías: los seguidores de Constanzo creían la idea que les había enseñado su líder. Pero no, beber restos humanos no les convertía en seres invisibles y menos invencibles, por lo que fueron arrestados.
“El Padrino”, cubano americano, nació en Miami, Estados Unidos. Era hijo de Delia Aurora González, una cubana inmigrante que dio a luz a Adolfo cuando tenía 15 años. Tuvo tres hijos de diferentes padres. Cuando su primer esposo murió, se mudó a San Juan, Puerto Rico, y ahí se volvió a casar.
Constanzo fue bautizado por la religión católica y laboró como monaguillo, pero también acompañó a su madre a viajes a Haití para aprender sobre el vudú haitiano. González era una sacerdotisa de la religión conocida como Palo Mayombe, desarrollada por esclavos de África Central que fueron llevados a Cuba.
Conocida también como Palo o simplemente Congo, la religión involucra ritos con sacrificios de animales. Se cree que todos los objetos naturales, específicamente palos, tienen poderes conectados con espíritus.
El asesino creció ligado a ese dogma y comenzó en la delincuencia con vandalismo, robo, y la venta de drogas.
Era un negocio rentable donde cobraban por realizar hechizos para la buena suerte y otros más caros que requerían el sacrificio de animales que iban desde cabras y pollos hasta serpientes, cebras, y cachorros leones, según el libro Evil Serial Killers: In the Minds of Monsters, escrito por Charlotte Greig.
Nada le impidió en principio asaltar cementerios buscando huesos humanos para su caldero. El culto respaldaba la idea de que los espíritus de los muertos en el también llamado nganga serían más poderosos si se utilizaban sacrificios humanos y no cadáveres viejos.
Así iniciaron los asesinatos: más de veinte víctimas cuyos cuerpos mutilados fueron hallados en la Ciudad de México y sus alrededores.
El desarrollo poco a poco trepó hasta que “El Padrino” decidió que el culto necesitaba el cerebro de un estudiante estadounidense. Creía firmemente que sus hechizos, basados en la religión Palo Mayombe, eran los responsables del éxito que tenían varios cárteles y organizaciones criminales.
Quiso asociarse como compañero de negocios con una de las familias más poderosas que conocía, de apellido Calzadas, reveló Greig. Sin embargo, su oferta fue rechazada.
Siete miembros de la familia Calzadas aparecieron muertos sin sus cerebros, dedos, oídos, y, en un cuerpo, sin la columna vertebral. “El Padrino” se relacionó y amistó con un cártel emergente, los hermanos Hernández, y en 1987 reclutó a una joven llamada Sara Aldrete, quien se convertiría en la alta sacerdotisa del culto.
“LA MADRINA”, SU MANO DE DERECHA
Aldrete, una estudiante con honores y porrista de la Texas Southmost College, era novia de Gilberto Sosa, un narcotraficante vinculado a los Hernández.
Sara Aldrete, “La Madrina”, segunda al mando de Adolfo Constanzo. (Archivo)
Constanzo designó a Aldrete como la segunda al mando, y quien dirigiría a los seguidores cuando éste se encontraba traficando marihuana en la frontera con Estados Unidos.
También se convirtió en la principal reclutadora de nuevos integrantes y víctimas. Reclutaba a personas enseñándoles la película “The Believers”, dirigida por John Schlesinger y protagonizada por Martin Sheen, un thriller del año 1987 en la cual un culto en la ciudad de Nueva York realizaba sacrificios humanos para ganar dinero e influencias.
Según Rolling Stone, los miembros del culto eran obligados a ver la película una y otra vez como forma de adoctrinamiento y acostumbrarlos a la ideal del sacrificio humano.
Tras haber permanecido un tiempo en el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla en la Ciudad de México, Sara Aldrete fue trasladada a un penal de Baja California al norte del país, en donde hasta el día de hoy se encuentra cumpliendo su condena.
@emeequis
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