EMEEQUIS. Como caída del cielo, Julio César vio en Facebook la solución a su falta de recursos.
Al quedarse desempleado como transportista, buscó por todos lados una fuente para mejorar su economía.
“Da click aquí y te daremos 4 mil pesos de crédito para que pagues en 30 días”, decía el anuncio en Facebook que llamó su atención. Abrió el enlace que lo llevó a descargar una aplicación a su teléfono.
Lo convenció la facilidad. Que se tratara de un préstamo sin revisión en buró de crédito, sin bancos intermediarios, no era necesario comprobar ingresos. Afirmaban cobrar sólo un 5% en la tasa de interés a pagar el total en un mes.
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Cumplió con todos los requisitos. Subir una fotografía de su credencial de elector y su tarjeta bancaria y su clabe interbancaria. En su teléfono, dio acceso a las fotografías, sus contactos y la contraseña de su Facebook. Consideró estas peticiones normales, como parte del procedimiento para descargar la app.
Solicitud aceptada. Rápidamente a su cuenta bancaria le transfirieron 250 pesos, tan sólo una parte del préstamo que le habían prometido.
La emoción terminó cuando le avisaron que en un plazo de dos días tenía que pagar mil pesos a cambio del préstamo. Cuatro veces la cantidad que le depositaron, argumentando un aumento en la tasa de interés.
“Antes del tercer día ya me estaban hablando para cobrarme. Empezaron a publicar cosas mías en Facebook. Enviaron fotografías mías a mis contactos, le decían que a ellos les iban a cobrar o iban a proceder contra ellos porque yo me negaba a pagar”, cuenta el afectado en entrevista con EMEEQUIS.
Un caos es como lo describe Julio César. Amigos, familiares y compañeros de trabajo le escribieron para preguntarle sobre el préstamo que no había pagado. Le cuestionaban si podía afectarlos, si había dado sus nombres como aval.
“Antes del tercer día ya me estaban hablando para cobrarme. Empezaron a publicar cosas mías en Facebook. Enviaron fotografías mías a mis contactos, le decían que a ellos les iban a cobrar o iban a proceder contra ellos porque yo me negaba a pagar”, cuenta el afectado en entrevista con EMEEQUIS.
Un caos es como lo describe Julio César. Amigos, familiares y compañeros de trabajo le escribieron para preguntarle sobre el préstamo que no había pagado. Le cuestionaban si podía afectarlos, si había dado sus nombres como aval.
Las personas detrás de la app tomaron sus fotografías de Facebook y las enviaron a todos los contactos de su teléfono. Lo llamaban rata, extorsionador. Que estaba siendo investigado por fraude. Todo era falso.
Julio César Ibarra vive en Culiacán, Sinaloa y es uno de los miles de afectados por los fraudes virtuales hechos desde apps para supuestos préstamos de dinero.
Estas aplicaciones móviles operan sin freno de las autoridades, en la ilegalidad y sin regulación, mediante la extorsión, acoso e intimidación.
EL MODUS OPERANDI
El montaje de fotografías con las leyendas de “Alerta”, “Cuidado Vecinos”, “Rata Suelta”, “Es un Peligro”, “Cuidado con la Rata” es común en casos de robo de datos personales, acoso y extorsión que se llevan a cabo las apps de préstamos inmediatos, mediante la modalidad que ahora es conocida como “monta deudas”.
Al no pagar los préstamos con altas tasas de interés, buscan ridiculizar a los usuarios que pidieron los créditos a través de sus contactos cercanos, familia, amigos o círculo laboral.
Para Julio César, no pagar los mil pesos que le exigían resultó en semanas de acoso por medio de llamadas, mensajes y contacto con sus personas cercanas afirmando que los había incluído en la deuda como avales.
“Muchos contactos me contactaban por teléfono porque les hablaban y les decían que tenían que pagar. Tuve que poner en mi Facebook que hicieran caso omiso porque me habían robado la información de mis contactos”, cuenta el transportista extorsionado.
Durante más de dos semanas lo acosaron y a sus contactos no sólo a través de llamadas, también por mensajes de whatsapp donde les enviaban fotos alertando de la supuesta mala fama de Julio César para los préstamos.
“Tuve que cancelar mi número porque me hablaban día y noche. Me mandaban mensajes diciéndome que mi plazo terminaba, que fuera a pagar”, explica, sin embargo, afirma no presentó ninguna denuncia por desconocimiento sobre qué institución pudiera apoyarlo.
Las razones por las que los usuarios prefieren estas alternativas de crédito inseguras y ni reguladas es por “por facilidad, miedo a instituciones financieras, o porque las instituciones financieras llevan procesos más estrictos”, explica Jesús Chávez Ugalde, director de Análisis y Estadísticas de Productos Financieros de CONDUSEF.
Sin embargo, los costos son más grandes que los beneficios. Estas apps no están reguladas, ya que no son empresas ni instituciones financieras probadas.
Se desconoce quiénes están detrás de las aplicaciones y que es lo que podrían hacer con los permisos otorgados en los teléfonos móviles y la misma información de los usuarios.
Pese a ello no hay cifras oficiales que ilustren este fenómeno, ni las autoridades llevan un registro del total de víctimas. Lo más cercano son los registros de quejas por fraudes electrónicos o casos de doxing, robo o suplantación de identidad que realiza la CONDUSEF, pero esto sólo aplican para bancos o instituciones bancarias reguladas, las demás operan en la oscuridad.
Tan sólo durante el año pasado la CONDUSEF atendió 72 mil 758 quejas o reclamaciones por posibles casos de fraude, de estos 3 mil 383 fueron clasificados como robo de identidad. En 2020 fueron 74 mil 214 casos totales de fraude y 3 mil 524 de ellos por robo o suplantación de identidad.
Para los casos de hechos cometidos en medios virtuales o internet, durante todo el año pasado fueron 24 mil 442 casos y 16 mil 036 durante el año 2020.
De enero a junio de 2022, la CONDUSEF registró 12 mil 837 quejas o reclamaciones por posibles fraudes virtuales en instituciones financieras. De este total, 777 casos fueron por casos de doxing. Cuando se publica información personal del usuario a través de redes sociales o algún otro dispositivo en internet
APPS OPERAN EN IMPUNIDAD, NO HAY QUIEN LAS FRENE
Para estas apps de préstamos que aparecen y desaparecen en internet, muchas de ellas no provienen de tiendas digitales registradas, no existe un registro del número total de víctimas.
Incluso, la Comisión Nacional de Protección y Defensa de los Usuarios de Registros Financieros no puede hacer algo al respecto. Se dicen “incapacitados de actuar”, ya que no son instituciones financieras y se desconoce quiénes son los creadores de la apps.
“No existe un freno, sobre todo porque la mayoría de estas apps se manejan a través de la oscuridad, porque no están en las tiendas oficiales (App Store, Google Play, etc)”, explica Jesús Chávez Ugalde, director de Análisis y Estadísticas de Productos Financieros de CONDUSEF.
En caso de ser víctima se puede recurrir a la Policía Cibernética y abrir una carpeta de investigación por el delito de fraude; pero al no estar reguladas, las apps pueden seguir existiendo.
La CONDUSEF recomienda que antes de descargar este tipo de aplicaciones o contratar un crédito se verifique que la empresa o aplicación se encuentre registrada en el Sistema Mexicano Financiero, donde se enlista las instituciones financieras que pueden operar mediante apps de manera segura.
@emeequis