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¿Cuántos fueron a la marcha por el INE? Destrozan cálculo de Martí Batres

El Ángel hasta el tope por sus cuatro costados: el cálculo de 10-12 mil personas de Batres cae por sí solo. Organizadores estiman al menos 200 mil, pero otras voces ponen la cifra en más de 500 mil. Mientras, Woldenberg insta a “defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron”.

11 / 14 / 22
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EMEEQUIS.– ¿Cuántos fueron a la marcha a favor del INE? La cifra que soltó Martí Batres desde el C5 fue desmentida rápidamente en redes. ¿Cómo que entre 10 o 12 mil personas? La crítica se dejó caer por un número que se consideró flagrantemente irreal. Santiago Creel dijo que fueron alrededor de 200 mil y Guillermo Valdés Castellanos, exdirector del Cisen, se fue de largo con sus 640 mil, calculando “cuatro gentes por metro cuadrado”. La senadora Kenia López Rabadán contó hasta 700 mil. 

En los videos, en las fotos, en las tomas aéreas, las avenidas que confluyen al Ángel de la Independencia se ven abarrotadas, como en los mejores tiempos de López Obrador, sólo que esta marcha es en contra de uno de sus anhelos: reformar al INE. 

Mientras el presidente pasaba su cumpleaños en Palenque, Chiapas, al lado de su esposa, hijos y nietos, miles de personas se movilizaban en la Ciudad de México. Una forma de mostrar el músculo frente a las reformas que el presidente respalda para reducir el presupuesto del instituto.

Hay gorras y sombrillas debajo del Ángel de la Independencia: es normal por el calor. El crecimiento de la marcha toma su tiempo para agarrar impulso y volverse una congregación de esas en las que es difícil avanzar. Un par de tambores suena y la cara del presidente está en todas las caricaturas posibles. Se grita “fuera Morena”, se grita “1, 2, 3, que chingue su madre Andrés”.

Panorámicas como esta sepultaron el cálculo de Batres. (María Elena Morera).

Como todas las marchas, tiene sus propios lenguajes. Las camisas rosas sacan de sus mangas los brazos que apunta hacia el flujo de la circulación, rumbo a la exGlorieta de la Palma, que luce cubierta por vallas que resguardan el ahuehuete que aún lucha por acostumbrarse a la ciudad.

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“El que no brinque es chairo, el que no brinque es chairo”, se grita entre los contingentes. Carlos Alazraki, el publicista y presentador anti-4T, es reconocido por los peatones. Le piden fotos y con su voz rasposa dice que está ahí “porque estoy a favor de la democracia, a favor de la libertad”.

No tiene empacho en dar el cálculo de que “un chingo” de gente asiste a la marcha, pese a que, según recuerda, se amenazó con que iba a haber mal clima: “El cielo, qué tal de azul está, ¿cuál contaminación?”, esto en referencia a la contingencia ambiental decretada desde un día antes. 

En el aire vuelan menos acentos “cantaditos” que en otras marchas, esta vez se escuchan un poco más “fresas”. Hay ropa cara, más cabelleras rubias, ojos azules, relojes brillantes en las muñecas. Las personas avanzan con sus perros miniatura entre los brazos, otros con sus scooters, con sus lonas llamando INEpto al presidente. “Pura gente bonita”, dice un señor.

David Vega deja claro que no está de acuerdo con la reforma. Por eso, en contrasentido al flujo de la gente, exhibe una edición de El rey del cash de Elena Chávez: “Para que no se nos olvide cómo se ha financiado el presidente durante los últimos años”.

Resaltan figuras del PRD. Silvano Aureoles, exgobernador de Michoacán, lleva a su equipo que le ayuda a gestionar quién se acerca a él: “El INE no se toca, no a la desaparición del INE”. También está Graco Ramírez, exgobernador de Morelos, que defiende que ha luchado “toda mi vida desde la izquierda”. Al abordar el tema de Uriel Carmona, el fiscal que propuso para su estado y que hoy está señalado por presunto encubrimiento por el feminicidio de Ariadna Fernanda, ataja que “no son temas que a mí me competan”.

Lo que parecía un flujo apagado en los primeros minutos de la marcha, se convierte en un mitin activo, vivo, donde la gente quiere llegar al Monumento a la Revolución, y suda y platica y ríe: no están enojados, sino felices. Van sillas de ruedas, patinetas y carriolas. Y al fondo, se asoma un templete pequeño, sin grandes pantallas, en las faldas de la plaza.

Alma, una asistente, dice “venimos porque queremos defender al INE y a México”. No suele asistir a todas las marchas, pero ve la convocatoria “muy buena”. Un hombre se detiene entre el flujo para enseñar su cartel: “Tlatelolco’ 68 cortaron teléfono. CDMX’ 22 “Hoy no circula”. Seguido del meme “¿Coincidencia? No lo creo”.

El Himno Nacional. 

WOLDENBERG: VOZ AUTORIZADA

Pero la estrella del evento, la más anunciada, es José Woldenberg, académico y exconsejero presidente del IFE. El ambiente ya está a reventar y las cámaras ya están en posición para que diga su discurso, para que dé su posición como único orador. Como si fuera una oración litúrgica, inicia con: “Estamos aquí reunidos con un solo objetivo, claro y trascendente: defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron, que ha permitido la convivencia y competencia de la pluralidad y la estabilidad políticas, la trasmisión pacífica de los poderes públicos y la ampliación de las libertades”.

Trae a la plaza imágenes de la lucha democrática: “Ocho reformas se llevaron a cabo entre 1977 y 2014”; recuerda que fue “necesario edificar autoridades electorales autónomas; tribunales capaces de desahogar la aguda conflictividad” para dar oportunidad a “distintas corrientes políticas que cristalizaron en partidos”.

Las palabras de José Woldenberg. 

Llama la atención del público a “un solo hecho, la alternancia constitucional y pacífica, subrayo, pacífica”. Para él, no se ha llegado a la “estación final, tampoco a un paraíso”. México es apenas una “germinal democracia” pero con una “pluralidad política”.

Y como queriendo labrar un mensaje en la memoria de la gente, recalca en varias oraciones que “México no puede” volver a “una institución alineada al gobierno” y no debe “centralizar todos los procesos electorales en dos instituciones descomunales”, es decir, el INE y el tribunal, ya que no “podrán realizar con eficiencia lo que hoy encuentra cauce y solución en 32 entidades soberanas”.

Pronto, el ritmo de las palabras se desacelera y lo que eran grandes párrafos, pasan a convertirse en sentencias: “No al autoritarismo, sí a la democracia, sí a un México democrático”. 

Woldenberg, con camisa blanca y jeans y una gorra con el mensaje “YO❤INE”, deja el micrófono. Su partida no marca el fin del flujo hacia el Monumento a la Revolución, pero sí la lenta desintegración de la marcha.

Alejandro Quintanar, politólogo de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, opina en entrevista que la participación de Woldenberg es “es estratégicamente correcta, pero no por las razones que ellos (los de la oposición) creen”.

Menciona que “el propio Woldenberg sabe que muchos de los organizadores de la marcha fueron sancionados por la autoridad electoral por delitos electorales y que Woldenberg mismo expuso sus preocupaciones contra ellos por intentonas golpistas en 2005, como el intento de desafuero de AMLO”. 

Después de la fiesta, viene la sobremesa política: las selfies. Margarita Zavala participa en esta convivencia: “Me sumé a una marcha ciudadana de mujeres y hombres valientes que están defendiendo lo que costó mucho: huelgas de hambre, ayunos, marchas, ideas, diálogo, acuerdos, y ese es el país que queremos”.

También está Claudio X. González, quien dice que “hubo varias provocaciones por parte del gobierno federal y el gobierno de la Ciudad de México” en referencia a la declaración de contingencia ambiental que coincidió con el día de la marcha, aunque menciona que no quiere especular.

¿QUIÉN DA MÁS? LAS CIFRAS DIFIEREN POR MILES

¿Cuántas personas asistieron? Martí Batres, secretario de Gobierno de la Ciudad de México, quien se fotografía frente a las pantallas del C5, dice que fueron entre “10 mil y 12 mil personas. Se reporta saldo blanco”.

Santiago Creel cuenta que eran 200 mil: 10 veces más, ¿quién da más? El Frente Cívico Nacional publica en Twitter que fueron “medio millón por nuestra patria”. El exdirector del Cisen, Guillermo Valdés Castellanos, pone la vara más alta: “640 mil marchantes” después de un cálculo espacial del sitio: “Si estimamos cuatro gentes por metro cuadrado tendremos 640 mil marchantes”. La senadora Kenia López Rabadán calcula 700 mil personas: “ #Morena NO saben contar personas, ¡solo saben contar dinero en cash!”.

Felipe Calderón no deja pasar la cifra de Batres: “dijo que era ‘10 o 12,000 personas’. Como dice @acostanaranjo: ‘Por eso defendemos al @INEMexico, ¡para que no cuenten Ustedes los votos!’”.

La escritora Fernanda de la Torre reporta que le da “ternurita” el secretario por las cifras. El twittero Vampipe tampoco lo perdona: “Dice @martibatres que al informe de @Claudiashein asistieron 10 mil personas, los mismos que a la marcha de hoy, según él mismo”. Adjunta fotos que dejan ver la clara la clara desproporción de personas, a favor de la marcha por el INE. El columnista Fernando Belaunzarán se burla: “Con razón no acabó la carrera en la UNAM. Regálenle un ábaco al hampón”. Pedro Ferriz de Con les avienta otra burla: “Se les cayó el sistema.”

Una joven, rumbo al monumento, entre las banderas, dice ilusionada al mirar a su alrededor: “Seguramente somos un millón, ¿no?” Y le pregunta a su amiga si no serán más, ¿cuántos más?

Esta marcha moviliza en un solo día a personas en al menos 32 entidades del país, como Aguascalientes, Campeche, Coahuila y Baja California, y en ciudades en el extranjero como Glasgow, Madrid, Los Ángeles y Barcelona.

Lorenzo Córdova, en un video en Twitter, agradece el apoyo, aclara que no fue para evitar “descalificar la libre voluntad ciudadana” y finaliza alzando el pulgar y diciendo un eslogan, el de la publicidad de su instituto: “Recuerda que con nuestro INE, contamos todas, contamos todos”. 

@ciudadelblues

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