EMEEQUIS.– Ser fotoperiodista y cubrir una guerra internacional en otro continente podría resultar el escenario más riesgoso para trabajar. Sin embargo, para Cristopher Rogel Blanquet, el contexto que vive México le hace temer más por su vida y la de su familia que vivir durante un mes en plena zona de guerra en Ucrania.
Rogel Blanquet expone para EMEEQUIS cómo se vive la guerra en Ucrania, contrasta sobre la situación que se vive en México y reflexiona acerca del labor periodístico y su función en temáticas de violencia y guerra.
Cristopher Rogel Blanquet es fotógrafo mexicano. Actualmente colabora con la agencia Getty Images y ha publicado en medios internacionales como: The New York Times, El Mundo, Vice, entre otros. Ha realizado trabajos sobre las autodefensas de Michoacán, Ayotzinapa, el conflicto sirio en Medio Oriente, cultivos de amapola en Guerrero y, recientemente, la guerra en Ucrania.
Su obra se ha expuesto en la Alianza Francesa, la Biblioteca José Vasconcelos y el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México, la Galería Honeyguide de El Paso, Texas, y el Museo de la Memoria de Montevideo, Uruguay. Recientemente consiguió el primer lugar de la aclamada beca del Fondo W. Eugene Smith sobre fotoperiodismo.
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Ucrania vive una guerra desde finales de febrero de 2022 cuando Vladimir Putin ordenó la movilización militar de Rusia sobre dicho país con la justificación de defender las zonas separatistas. A la fecha, la invasión derivó en una guerra armamentista que, según la ONU, ha dejado al menos 2 mil 345 muertes de civiles y 2 mil 919 heridos en Ucrania.
La situación ha sido mediatizada a nivel mundial y día a día nuevos periodistas y fotógrafos se han dado cita en la zona de guerra para documentar la realidad que se vive en el país. Ante ello, Blanquet, junto a varios colegas, se dio cita en Ucrania el primero de abril, y permaneció todo el mes para documentar, por segunda ocasión (en 2019 había viajado) el conflicto en Ucrania.
Imágenes de Ucrania captadas por Cristopher Rogel Blanquet.
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–¿Qué tanto riesgo sentiste al hacer tu trabajo en una zona de guerra y que tanto riesgo has sentido en México al cubrir escenarios como ese, principalmente en el contexto que estamos viviendo de asesinatos de periodistas en el país?
–A mí me da más miedo aquí. Por muchas cosas, no necesariamente por mí. Por ejemplo, hay temas que no abordo porque sé que en algún punto las consecuencias no solamente serían para mí, podrían ser para mi familia. Entonces, para mí es más peligroso aquí que irme a otro país. En otro país, una guerra o narcotráfico en Colombia o cualquier cosa, el único afectado por mis decisiones voy a ser yo. Por esa simple y sencilla razón, para mí me resulta más peligroso y me da más miedo hacer mi trabajo aquí que en otro lado.
Fuera de países en zona de guerra, México es el país más mortal para ejercer el periodismo. En los casi 5 meses de 2022 ya se han suscitado 11 asesinatos contra personas que se dedicaban a esta labor.
–¿La experiencia previa de vivir y trabajar en un país tan violento como México ayudó a que no te impactara tanto el vivir una guerra armada entre dos países europeos?
–Sí, fue una especie de propedéutico por así decirlo. No en un sentido de comparación de los contextos, pero sí en cuestión logística: en cómo resolver, cómo responder cuando tu vida está en peligro, el saber cómo atiendes el miedo. Sí nos ayudó, no sólo a mí, también a David (colega de Blanquet) que llegó de Ciudad Juárez. A él le tocó documentar la guerra contra el narco y hablábamos de que de algún modo vivir eso servía como una preparación porque son temas hostiles.
Desde diciembre de 2006, con el presidente Felipe Calderón, México inició una “guerra frontal contra el narcotráfico”. De esta declaración realizada por Calderón a junio del año pasado, el país registra alrededor de 350 mil personas asesinadas y más de 72 mil continúan desaparecidas.
–Al final las únicas personas que que salen perjudicadas son las víctimas que viven en la zona. Ese escenario es el que se repite en Ucrania sólo que el calibre es distinto: hay bombas, cohetes, misiles y artillería. Si bien en México también hay artillería, todavía no se ha visto este nivel de destrucción masiva (ciudades enteras destruidas por las bombas) –continúa Rogel.
–¿Cuál fue tu primera impresión al llegar a la zona?
–Visualmente, Kiev, que es la capital, estaba llena de barricadas. Era un contexto totalmente inmerso en un conflicto armado: militares por todos lados, no había gente en la calle, solo veías vehículos ocupados por voluntarios o soldados. Conforme me fui acercando a la zona en Jarkov, pude ver los ataques. La guerra empezó el 24 de febrero y había gente que lleva desde esa fecha durmiendo y viviendo en el metro.
Las estaciones de Metro en Ucrania fueron construidas con una doble función: transporte público y como un búnker para soportar bombas y ataques en conflictos armados.
–¿Cómo se trabaja periodísticamente con víctimas de guerra?
–En Ucrania nos fue relativamente fácil, porque la gente está receptiva en el sentido de que quieren que el mundo vea lo que está pasando allá. Tristemente tampoco es que cambie algo, las cosas siguen ocurriendo estemos nosotros o no, pero ellos tienen la necesidad de que el mundo se entere.
“Sin embargo, creo que es importante entender la situación en la que están viviendo las víctimas, en el Metro vimos un poco de freno para que hiciéramos nuestro trabajo, porque son personas que llevan dos meses allá adentro; están hasta la madre de nosotros, de que diario llega alguien y les empieza a hacer fotografías. Es ahí donde nosotros tenemos que respetar su decisión”.
Cristopher ya había ido a Ucrania en 2019 y ahora volvió.
Sobre el tema de la importancia periodística de documentar lo sucedido en Ucrania, el entrevistado expone que “es importante registrar lo que está pasando para preservar, para documentar y para que, en algún punto, quede un testigo de lo que ocurrió”. Está consciente del alcance de su trabajo. “Nosotros no tenemos el poder de cambiar las cosas. A lo mejor, después de tantas notas, de tantas fotos, de tanto poner el dedo en el tema, las personas que tienen el poder de decidir hagan algo para que dejen de ocurrir las cosas”, expone.
–¿En nuestro país se dimensiona lo que se vive en cuestión de peligro o guerra?
–México es muy grande y hay varios Méxicos. La gente está preocupada por sus asuntos y es normal. Yo no dimensiono lo que está pasando en Tepito a menos de que como periodista lo entienda. En Tepito hay una guerra, también están matando gente a cada rato.
“La gente que no vive en Michoacán, que no vive en Aguililla, que tiene una vida relativamente normal, segura y digna, no mira hacia esos otros lugares, porque no es consciente muchas veces de la realidad. Es ahí donde el periodismo tiene un papel importante para mostrar qué es lo que está ocurriendo y que la gente esté informada, que rompa esa pecera y entienda lo que hay más allá del contexto propio que cada uno de nosotros tenemos”.
–¿Qué impresión te dejó la forma en que está viviendo la gente ucraniana la guerra?
–Hay mucha solidaridad en el pueblo ucraniano. Sin esa solidaridad yo creo que la guerra se hubiera perdido hace mucho tiempo. Es algo que vimos en muchos lados y con muchas personas. Evidentemente es una tragedia, al final esta guerra no ha terminado. Está la tensión de que puede ocurrir algo.
Cuenta que la alarma antimisiles suena todo el día, toda la noche. Y que en la ciudad donde estaban caían bombas durante las 24 horas.
“Al final es un conflicto armado raro en el sentido de que hay mucha mucha información de medios; y eso, quiero pensar, hace que la gente que no está ahí puede entender el conflicto y generar su propia opinión, que eso es lo importante, más allá de lo que nosotros podamos opinar como periodistas, solo brindamos la información para que la gente tenga su propio criterio”.
@aldo_canedov