EMEEQUIS.– Gustavo Umbral ha salido esta noche. “Si de algo me he de morir me voy a morir tranquilo y haciendo lo que me gusta”, dice, frente a una pinta de cerveza clara, a menos de un metro de su amiga.
Es un viernes que parece otro cualquiera. Las autoridades sanitarias, así como varios gobernadores, han pedido insistentemente a la ciudadanía que se quede en casa de forma voluntaria para evitar contagios del coronavirus, que se ha convertido en una pandemia.
TE RECOMENDAMOS: LA RISA EN CUARENTENA
La Secretaría de Salud incluso se valió de una caricatura llamada Susana Distancia para ilustrar la recomendación de mantenerse a metro y medio de otras personas.
En la calle de Madero, en el centro de la Ciudad de México, la gente bebe y disfruta de esta noche. Muchos están preocupados, toman medidas para evitar lo más que pueden salir a la calle y mantener una distancia con otras personas. Otros no creen que la propagación del virus realmente esté pasando y dudan de su existencia. Otros más salen a tomar una cerveza porque –dicen– no tienen una enfermedad crónica y son jóvenes, no creen que puedan infectarse o que la enfermedad les cause algo grave.
Las cervezas y los mezcales vienen y van entre canciones de reggaetón y rock. Sus letras se mezclan con la tonada de un trombonista que toca en la esquina y pide cooperación. Igual que la música, un revoltijo de notas inaudibles entre sí, así se mezcla la gente en las calles de Regina y San Jerónimo, en el centro de esta ciudad, que está tan vivo como en cualquier otra noche de fin de semana.
Las mesas en los locales están pegadas entre sí o separadas por apenas un brazo de distancia. Aquí no se aplica la sana distancia entre persona y persona de un metro y medio que se recomienda. Algunos meseros y personal de los locales atienden con tapabocas y ofrecen gel antibacterial, incluso usan guantes blancos de látex, pero la mayoría no.
Gustavo piensa que lavarse las manos constantemente y no saludar de beso es parte de una psicosis que está presente entre sus compañeros de trabajo. “En lo personal se me hace como más psicótica la situación”, opina sobre las recomendaciones que ha emitido la Secretaría de Salud para evitar que más personas se infecten de este virus, que ya ha cobrado la vida de alrededor de 14 mil 500 personas en todo el mundo y que sumaba 251 casos confirmados y dos muertos en México a medio día del domingo.
Quizá por ello la fiesta entrará en pausa a partir del lunes 23 de marzo. El domingo 22 la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció medidas restrictivas para los eventos públicos y privados de más de 50 personas. Cines, teatros, museos, gimnasios, eventos musicales, centros deportivos y hasta baños de vapor cerrarán sus puertas hasta el 19 de abril. La medida incluye un llamado para que bares y antros suspendan actividades hasta nuevo aviso.
“NO EXISTE”
Miguel Ángel Domínguez dice que el COVID-19 no existe. Esta noche ha salido a tomar una cerveza de trigo alemana para relajarse y celebrar que compró un departamento. Para él, este virus tiene un trasfondo político-económico.
“Aquí en México todos dicen que no se hace nada al respecto, pero uno no sabe qué trasfondo trae todo esto”, dice afuera de un expendio de cervezas en el que los meseros atienden con guantes blancos y cubrebocas.
Claudia Peña lo acompaña. Esta noche es una ocasión especial por la compra que Miguel ha hecho. Por eso los dos brindan. Por eso Claudia ha salido de su casa después de estar días aislada.
“Hoy fue una situación especial, pero sí voy a tratar de… Creo que sí va a ser mi última salida (antes de la) de cuarentena”, dice, sonriente. Ella sí cree que esta enfermedad es real y piensa que Estados Unidos “la inventó” para el mundo, en especial para China, en medio de un subtexto político y económico.
TE RECOMENDAMOS: ¿PUEDE UN VIRUS DERRIBAR FRONTERAS?
Claudia se toma la cosa en serio y se separa de Miguel de vez en vez. Ha optado por quedarse en su casa y seguir las recomendaciones del constante lavado de manos y la distancia con sus compañeros de trabajo y en su vida diaria. Dice que ha escuchado que este virus ataca más a la gente de la tercera edad, a los que no se alimentan bien o son de escasos recursos.
Pero no. Esta nueva cepa del coronavirus que ya estaba en 176 países del mundo no distingue entre clases sociales. Su propagación comenzó con gente que viajó a la provincia de Hubei, en China, donde comenzó el brote, y contagió a quienes tuvieron contacto. Sin embargo, personas que no viajaron a este y otros países que ya registran cientos de casos, también se han contagiado.
En la lista de infectados está Sophié Gregoire, expresentadora de televisión canadiense y esposa del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. También está el actor Tom Hanks y el jugador del Juventus de Italia, Paulo Dybala.
En México los datos de la Secretaría de Salud muestran que de las 251 personas contagiadas hasta el domingo a medio día, poco más de 200 viajaron a Estados Unidos, España, Italia, Alemania y Francia, entre otros países, en donde se infectaron del COVID-19. El resto contrajo el virus en territorio nacional.
“NO ME AFECTA”
Marco Salazar quiere aprovechar los últimos días que le quedan antes de que todo cierre. Ha ido a sacar material para su tesis y salió a tomar un par de cervezas a la calle de Regina, en la que abundan bares, con un amigo que hace tiempo no veía.
“Yo lo veo como normal. El brote siento que sí afecta, pero como joven no me afecta tanto”, opina el estudiante de Economía de la UNAM. Para él está bien que se dicten medidas de salubridad y quedarse en casa hasta un mes, pero en estos días “que todavía no es la pandemia” no tiene nada de malo salir.
Eduardo Cortés disfruta de su cerveza porque, dice, nada se lo impide. Este hombre jalisciense ha visto que en Guadalajara, donde él vive, las cosas se han puesto más tensas estos últimos días con la pandemia. No sabe si regresará en su vuelo que sale en estos días y no descarta tomar un autobús de ser necesario.
TE RECOMENDAMOS: 11 LECCIONES PARA TUMBAR AL CORONAVIRUS
Él cree que el coronavirus debe de tomarse en serio, pero piensa que hay mucha paranoia y una percepción equivocada entre la población. “Creo yo que el mayor estrago que nos va a dejar es la inactividad. El quedarnos quietecitos nos va a dejar más estragos que la enfermedad en sí. No es que no crea que es en serio, sin embargo creo que quedarte en tu casa, no hacer nada me parece un poquito más arriesgado”, comenta, mientras sujeta una cerveza.
“Si no se ha expandido tanto, pues aprovechar lo poco que queda, de estar un mes encerrado es mejor convivir un rato, salir de la casa”, dice Marco, mientras que a un par de mesas más adelante, una extranjera se pone un termómetro blanco debajo de la axila para tomarse la temperatura.
@vancg_